Martín Palermo y Boca Juniors, contra la lógica

El día de ayer se despidió del fútbol Martín Palermo, el goleador histórico del Club Atlético Boca Juniors de Buenos Aires con 235 goles, y seleccionado argentino. La mayor prueba de que la mediocridad y la falta de talento puede, bajo circunstancias racionalmente incomprensibles, tener el mismo éxito que aquel que cumple las exigencias de un logro.

Al parecer, para jugar el fútbol no es necesario saber jugarlo, sólo no tropezarse con su otro pie y tal vez la complicidad de alguna gracia de la ventura en romper las leyes de la física de vez en cuando bajo los rezos de la hinchada. Es evidente que algunos logros son exclusivamente gracias a quien juega ese ajedrez verde y mueve las piezas de acuerdo a su visión sin que estas tengan per sé, mérito propio. Así como en la actuación como cuando John Milius, genial él, coloco a un totalmente inexpresivo y desconocido actor de apellido casi impronunciable, Arnold Schwarzenegger, como protagonista de su film Conan, el Bárbaro, dado que sólo debía lucir sus pectorales y quedarse callado con la única expresión facial que goza en casi hora y media de película. Bueno, tampoco hay que ser tan malos con el ex gobernador de California que, colocado en un papel de pocas exigencias histriónicas el resultado no es desagradable, pero exigirle más que eso, imposible, su cara es tan tieza e inexpresiva que habría, con cincel y martillo, esculpirle una emoción por cada toma. Es pues que la destreza de un director asi como un DT consiste en ubicar sus herramientas y explotar sus pocas o única virtud en beneficio de un colectivo. Fue Bianchi quien en Boca Juniors (antes Córdova en Estudiantes y Veira lo propio en Boca), repitiendo su ubicación en la cancha con ese mismo ojo de halcón con el que el jugador pudo explotar su efectividad anteriormente, aunque muchos dirían suerte, para encajar el balón en un arco, sin ornamentos, sin criterio, sin siquiera alguna habilidad razonable que respalde su tan holgado record actual. Sólo era y es, un flaco, alto, teñido, mediocre, que enredándose con la pelota, a fuerza de buena ventura, cabezazos a como dé lugar y empuje, ha conseguido una despedida soñada por una meta impensada en sus pies. Despedida que coincide con la de Ronaldo, aunque una comparación entre ambos sería una ofensa al deporte rey.

Es imposible olvidar el encuentro en que contra Colombia, increible, en 3 oportunidades se cobró la pena máxima en un sólo partido a favor de Argentina, cosa inmejorable en tamaña disputa, Palermo los erró todos, los 3 penales, la hazaña entró por méritos propios al Record Guinnes, aunque también debería estar aquel penal en que pateó con los 2 pies al mismo tiempo, algo difícil de lograr para cualquier ser humano normal. Es pues que Palermo pateó mal, se resbaló, pero igual el balón entró al arco ¿Eso no es ir contra la física?

Como en una telenovela cuando la criada, sin mérito alguno salvo las gracias ornamentales de la actriz que la representa y una bondad de opio que no refleja la realidad del planeta, cambia de suerte por arte de magia como compensación al esfuerzo sin talento, al éxito sin explicación lógica, así fue la vida futbolística de Palermo, una suerte de telenovela donde los incapaces son capaces, el logro imposible de los no agraciados, la esperanza de los torpes.

El no es un Ronaldo, ni Pelé, ni Maradona ni Messi, y justamente ahí está lo imposible ¡Su logro! Él es el torpe del barrio, el último en ser escogido, el que nadie quiere y así, tal y como es, es el máximo goleador del Boca Juniors y símbolo de uno de los más grandes clubes de Argentina... ¿Eso no es ir contra la lógica?