cuernos

He tenido siempre la seguridad de que no todo es lo que parece y que no todo es blanco y negro. El facilismo en un juicio de un tercero que con su dedo virginal castiga cual verdugo a quienes reptan en la oscuridad por debajo de las miradas inquisidoras de comadres de golpe en pecho, en busca de lo que por delito propio, ajeno o en complicidad, no halla aun, cuando recuesta sus sentimientos en el vientre de su pareja acreditada. Es fácil en esos casos, la crucifixión de quien en un affaire, a veces constante, a veces de una sola vez, llega a casa con el sabor de otros labios, con el calor de otro cuerpo, con otra razón para sus pensamientos ¿Pero no es pues que en el fracaso de cualquier relación, ya sea amical, de negocios, o romántica o simplemente sexual, ambos llevan sobre sus hombros, la responsabilidad del arribo del contrato dual a buen puerto? ¿No es a veces que a pesar, de los elementos que mantienen dicho contrato verbal vigente, una de las partes no necesariamente halla las respuestas que busca, en quien lo acompaña?...

Luisa, amiga mía que ha tenido la delicadeza de comentar en algunos artículos de mi bitácora, dejó un comentario en un artículo de Paco Bardales en el que discutíamos sobre el paso del periodista conocido Renato Cisneros por Iquitos y su fracaso confeso y lúdico acerca de su búsqueda incipiente de las loretanas ardientes, en el que yo comenté también. En este Blog, ella hizo hincapié, con justo derecho por su condición de mujer, en un dicho antiguo "la mujer, para con su pareja, debe ser una dama en la calle y una puta en la cama", asegurando que es la mejor manera de mantener contento a su pareja, lo cual aplaudo con honores. Pero ¿Qué sucede si no es así? ¿Qué sucede si, a pesar de los vínculos que los unen y mantienen la relación, una de las partes, bajo las sábanas, quiere más de lo que su pareja pueda dar? ¿En quién cabe la responsabilidad si una de las partes halla en otra dirección lo que en casa no recibe pero que por vínculos más allá de sus necesidades no rompe el acuerdo?

Particularmente pienso que la automática sentencia de culpabilidad para quien saca los pies del plato no es del todo justa, o real. Creo, que el problema va más allá, en la falta de comunicación y de tolerancia; en el desconocer las necesidades de la pareja; en dar por sentado que uno cumple sin reparar en el punto de vista de quien lo acompaña; en perder interés por seguir manteniendo las razones por las que se escogieron para cruzar el camino con un mismo norte.

Por eso, creo que cuando alguien ha ornamentado aquel espacio que en algún tiempo fue invadido por el acné, con unos coquetos cuernos, no es necesariamente porque sea culpable. ...A veces no todo es lo que parece, ni tan blanco y ni tan negro, a veces no es tan simple como quisiéramos.