la prima

Como lo había dicho anteriormente en otro artículo, las estrategias tipo SIN que abundan dentro de la variada gama de herramientas de las que se valen las féminas para inducir un mayor deseo en el macho alfa escogido, no son precisamente motivadoras y menos aun entendibles. Son, en su máximo logro, un ocaso impuesto a, tal vez, un inicial interés por ella o un aletargado tránsito lleno de semáforos en rojo que convierten un camino directo e iluminado en kilómetros de oscuridad sin el brillo de una certeza que te guíe para poder llegar finalmente a una conclusión feliz para la caza sin las estresantes estrelladas que el mortal común, ante la natural incomprensión, comete.

-- Vamos a llegar tarde -- Decía V, ante mi tardanza.

-- Aun estamos a tiempo, además tus patas te van a esperar.

-- Eso espero, pero y ¿Cómo me regreso?

-- Nos regresamos juntos

-- ¡Ja! pero si por ahí te ligas con alguna flaca, me vas a dejar abandonada

-- No, para nada. Pase o no pase nada, igual me regreso contigo.

-- ¿En serio?

-- Sí, claro, fuimos juntos y nos regresamos juntos

-- ¡Conste!

-- Dalo por hecho

Noche corta con una botella de cerveza en mano. Algunas gotas de sudor recorren mis mejillas mezcladas con el humo del tabaco y el olor a alcohol. El ritmo que en forma de decibeles se filtra y te aturde tanto como la falta de confianza impide al trago apoderarse de tu ser para descubrir a ese mortal a veces más natural, a veces más odioso que, como una puesta del nórdico Loki se convierte en un arlequín desenfadado...

Por ser el nuevo nadie tiene por qué esperar ser el centro de atención, ni siquiera tener atención, por lo que no me fue difícil entender las razones por las que ella me dejó, después de las presentaciones previas, con una amiga suya, o conocida, no sé, que coincidentemente era la prima de una amiga de mi vecindario, algo que sirvió para llenar esos silencios incómodos que dejan vacíos casi interminables entre la bulla del ambiente y una mirada muda. Lo que no me esperaba era que la prima, algo más alta que yo y con un cuerpo exuberante, después de algunas coquetas sonrisas casi imperceptibles por mí, debido a la casi ausente iluminación (aunque debo confesar que V, a pesar de la distancia, parecía notarlas ya que de rato en rato venía a prevenirme de las desalmadas intenciones de la "prima" -Seguro percibió en la prima una de esas tácticas tan imposibles de descifrar para la raza humana-), me propusiera sin reparo alguno un chape, un agarre, una infiltración lengual a mi cavidad bucal, aunque con una treta, digamos, algo infantil ¿Habrá sido por la edad?

-- ¿Qué haces si te doy un beso?

-- ¡Pues nada! -- Respondí después de unos segundos por la sorpresa de la pregunta inicial.

-- ¿No te molestas?

-- ehh No, no tendría por qué molestarme.

Al rato, después de haber estado unos minutos afuera del recinto haciendo gala de nuestras destrezas con la lengua y  las manos, en el parque del frente, para evitar los espectáculos gratuitos, la acompañé a la avenida para que tomara su taxi -supuesto motivo por el cual habíamos salido de la fiesta una media hora antes-. Ella delicadamente me dio su número de teléfono, el cual hasta el día de hoy no sé dónde estará, regresé al local, en el segundo piso y pues, no había rostro que me pareciese familiar; no conocía a nadie. El local estaba medio vació y me habían dejado a mi suerte. Después de esperar unos minutos, me retiré.

No entendía el motivo. El comportamiento de V varió entre distante, cortante, indiferente, despectiva e incómoda durante una semana, hasta que, por fin, tocamos el tema. Me comentó que ni bien yo había bajado con la prima, ella se retiró con toda su patota. Me reclamó el por qué tenía que haberla humillado de esa manera, habiendo sido yo el que la había llevado, no tenía por qué meterme con otra chica, aseguraba, a pesar del compromiso previo, a pesar de no deberle explicaciones a ella. Fue una conversación larga y subida de tono en la que mi poca experiencia aun no identificaba del todo esas herramientas del que genéticamente, al parecer, el sexo femenino, desarrolla con gran garbo y maestría. Revivir los capítulos de las telenovelas mexicanas o venezolanas son parte del accionar de aquellas, que aunque podamos verlas a diario, nos lleva una vida su comprensión.

Una semana después, tras un ósculo entre ambos, entendí el motivo.