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lunes, 6 de septiembre de 2010

Prejuicios y debates




Una de las pocas cosas que he llegado a aprender de mi padre, o por lo menos, intento emular, es su destreza a la hora de mantener un debate y hacer valer una postura o una idea; aunque en la actualidad, tal vez por la edad, tal vez por el ambiente familiar en el que los debates pueden ser acalorados pero no necesariamente agudos –el ambiente así no lo exige-, quien me dio la vida ha perdido algo de esa frialdad e imparcialidad en sus análisis que de chico yo tanto admiraba y que brindaba una vista limpia y la tranquilidad necesaria para un verbo claro y preciso que pariese una sentencia justa y sin apasionamientos; apasionamientos que provoquen inconscientemente adjudicar al oponente títulos o investiduras ajenos a él...

Hace un tiempo, ante un debate en un blog amigo que tuvo su raíz en un artículo de mi autoría, pese a no haber tenido todo el espectro en cuanto a mi postura, pese a ni siquiera haber leído mi artículo, se me adjudicó, de forma unánime y casi como una avalancha imparable, el noble título de “homofóbico” –aunque después me dijeran que sabiendo que no lo era, parecía serlo (sic) (Gracias Damián por la ...¿aclaración? ¡¿?!)-, por el hecho de no defender “Todas”, absolutamente todas aquellas posturas en las que el homosexual siente que sus derechos son vulnerados. Es pues que aunque puedo sumarme a una causa que crea justa más allá del sexo, inclinación, etnia, ideología, economía, procedencia etc., no considero todas y cada una de las protestas, justas, correctas o viables. No creo que porque una comunidad haya sido vulnerada significa que cada alza de voz sea también así, una vulneración a un derecho. Pensar así me convirtió en la indignación de todos los concurrentes del mencionado blog, que acostumbra a tocar temas de importancia para la comunidad homosexual. Este tipo de pensamiento, generalizado por toda una historia de injusticias y abusos, promueve la idea de que todo aquel que no esté de acuerdo con todos y cada uno de los términos que un grupo marginado exija como derecho, sea calificado de prejuicioso, intolerante o discriminador, es decir, prejuician para mermar prejuicios. Como dije en otra ocasión, un prejuicio no resuelve otro.

Hace un rato, sostuve una discusión con mi amiga, La Necia, en cuyo Blog evidencia su continua postura rebelde y defensora de los menos afortunados, acerca de la situación por la que atraviesan incontables indocumentados en los Estados Unidos de Norteamérica, en la que, para variar, me hice merecedor de otro de esos tan recurrentes títulos a los que uno está expuesto, cada vez que no está de acuerdo con el pensamiento común, con la verdad generalizada, con el axioma de todos, en épocas de modernidad y tolerancia, en épocas en que es válido no tolerar otras posturas abanderado por la lucha en contra de la intolerancia: el mundo al revés como una vez oí decir.


El título Ad Honorem se debió a que yo estaba de acuerdo con que si bien es cierto, muchas veces se tiene que romper los standares, el status quo, las leyes para hacerse oír o realizar un cambio para un beneficio social, cada uno debe ser responsable de sus actos y asumir las consecuencias de éstos de acuerdo a ley. Ya con el título sobre el lomo, el debate extendido, sudor y exasperación frente a mi "discriminadora" postura, con el puñal ya cerca de mi cuello y su cabeza a punto de estallar, un cambio de actitud afloró en la Necia. En uno de esos momentos en que sacudía la cabeza indignada, sus enrojecidos globos oculares parecían reventar y no escuchaba palabra alguna, se filtró entre uno de los rulos de su cabellera, para mi buena suerte, una parte de ese discurso que repetía una y otra vez y que no parecía poder evitar me destruya, “Tanto el estado como el inmigrante son cómplices, uno en su política y el otro en su desobediencia, en un círculo de delito constante y abuso, promoviendo ambos, el tráfico, la coima, el abuso y el racismo, en los que si bien es cierto se debe respetar la ley porque para eso está, si ésta no beneficia a la comunidad debe ser cambiada junto a toda esa política, pero mientras exista esa ley debe ser cumplida hasta su derogación”. De pronto, aun sin haber cambiado una palabra de mi redundante discurso en una banca del parque, dejé de ser un “Anti - inmigrante” para tan sólo, como en la anterior ocasión, parecerlo. Ya con mi postura expuesta en su totalidad, o mejor dicho, escuchada en su totalidad, pese a no cambiar una sola palabra inicial, el título que bien me había ganado solemnemente, me abandonó. No toda crítica es intolerancia y no todo apoyo es tolerancia. No está en lo políticamente correcto ni en los axiomas sociales enraizados en una comunidad, la respuesta, sino en los argumentos, equivocados o no, que sostienen una postura. Toda postura debe obedecer a un argumento sostenible más allá de quién o qué sea los criticado y más allá del que critica.

Lo que se encuentra dentro de un debate son las ideas, no las personas (o comunidades, históricamente vulneradas o no). Los títulos y los prejuicios a los que nuestras posturas nos pueden empujar acerca de determinada persona para encasillarlos por no hallar congruencia entre sus palabras y nuestro concepto de lo correcto no es más que prejuicio promovido por nuestro apasionamiento y que sólo perjudica nuestra postura, nubla nuestra visión de la realidad y nos vuelve injustos e intolerantes, por más que nuestra causa sea justa y tolerante. 



"La verdad, a menudo sufre más por el fanatismo de sus defensores que por los argumentos de sus detractores"

William Penn
Religioso Inglés









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4 Miradas :

Pepe .....[Responde este comentario] dijo...

yo lo unico que no tolero en una discusion es la falta de inteligencia. Si uno entra a discusion tiene que estar dispuesto a defender su idea, pero no al punto de sostenerla a pesar de haber descubierto a mitad de discusion que esta no es tan tan tan contundente (y a veces incluso equivocada).

Necia .....[Responde este comentario] dijo...

marco, lamento mucho que hayas decidido postear sobre nuestro cambio de palabras. no creo que merezca la categoría de debate porque tu desconocimiento de la situación y de la ley o leyes materia de la conversación te descalificaron por completo

sin embargo, ya que mencionaste el caso, aquí estoy para decirte sencillamente que las cosas no pasaron como lo indicas, que tu post está muy enredado (como siempre) y que no se puede invocar leyes inexistentes para ganar una discusión por el sólo hecho de sentir el ego estimulado, como hiciste durante nuestra conversación

para terminar, si no quieres ser confudido como anti inmigrante, simplemente no digas que en los hospitales se deben crear puestos de policía migratoria a donde se deben derivar a los pacientes indocumentados. eso, a pesar de indicarte repetidas veces que ello equivaldría a que la gente prefería morir antes de acudir a un hospital a curarse de sus males y que una acción como ésa sería anti constitucional y que ya existían precedentes semejantes con gente que trató de implementar medidas similares. gente anti inmigrante, por supuesto

fio .....[Responde este comentario] dijo...

Por lo que conozco a marco sé que no se mete en temas que desconoce o que tenga conocimientos insuficientes, pero sé también que por sus ganas de no ser etiquetado suele discutir sólo el punto que confronta que a veces puede ser polémico y confundido con alguna etiqueta de discriminación... no soy testigo de la discusión y ninguno parece tener ganas de extenderse por lo que no permiten una opinión valedera... He dicho!!

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