La prisa por inaugurar estas obras durante su gestión y retirarse entre laureles por una utópica popularidad que se despidió de él en los primeros años de su primera gestión ha provocado en el mejor de los casos, las inaugure sin haberlas concluído, pretención que sólo suma puntos en contra para con su popularidad, pero cabe la sospecha (es un eufemismo ¡claro!), como en el caso de Castañeda, que también se haya saltado otros pasos para su ejecución, estudios imprescindibles para la seguridad de sus usuarios y determinantes para la eficacia de la obra para el fin para la que fue concebida.
El Otorongo |
Los medios de mayor difusión, sin embargo han mostrado, generosos ellos, la mayor condescendencia ante el peligro que esto significa y las repercusiones sociales y de seguridad que conllevan, menguando los hechos en una concensuada e inocua crítica sobre su ego presidencial, algo así como una travesura de puber otoñal. Coincidentemente, casi divina, es la misma prensa que acusa de inoperancia a la actual gestión metropolitana, gestión que ha mostrado mayor efectividad en sus cortos 6 meses -al menos para quienes se han molestado en saber qué es lo que hace la actual alcaldesa, avances que están disponibles en la red y que, parece, sus detractores nunca pueden encontrar-, que la de Castañeda, aquella gestión cuya visión "obrista" parecen compartir tales comunicadores, aplaudiéndola como modelo a seguir. Aquí no caben argumentos como calidad de vida o bienestar de la población: El cemento es sinónimo de desarrollo.
El Metro de Lima por ejemplo, aquel Tren eléctrico que atraviesa, cual coloso, de norte a sur la metrópoli, es una vista móvil y didáctica de la visión política que tiene el pronto ex presidente García acerca de lo que es inclusión, respeto e igualdad. Un ejemplo gráfico y movil del tamaño de su ego. Una vitrina de más de 9Km de desigualdad de criterios, visibles, evidentes y comprobables, para con los que se atiende a los diferentes distritos de la ciudad. Un lienzo de deficiencias y carencias de infraestructura que refriegan en el rostro, el sitial que le otorga a su gente el gobierno de acuerdo a su estado social y que, con total derecho, ha provocado indignación !Claro¡ sólo en algunos.
Sin embargo, un importante sector de la prensa ha atacado a Villarán y a los alcaldes del sur por criticar la inauguración de una obra excluyente, carente de estudios de impacto, inviable económicamente (parece que sólo con el enorme subsidio estatal podrá dejar de ser un elefante blanco) e inconclusa, coincidiendo nuevamente a sola voz "¡Han tenido 26 años para quejarse!". A ellos no les molesta que no se hayan cumplido los estudios de ley ni que excluyan a la población menos favorecida, no importa tampoco que parte de los limeños paguen por unas autoridades que no velaron por sus derechos, el gobierno no tiene por qué hacerlo -pensarán- ¿No es pues obligación del estado más allá de la inoperancia de sus municipalidades -las actuales hace no mucho han iniciado gestión- cumplir con cada una de las exigencias que la ley contempla para la ejecución de una obra para no perjudicar a aquellos para quienes supuestamente la ejecuta?
Estación en Surco - Estación en San Juan de Lurigancho |
Estación en San Borja - Estación en Villa María |
Nota de América Noticias
Los reclamos de los alcaldes del sur son justos y lo peor, básicos: concluir los estudios de impacto ambiental que no pasan del 10% de avanzados (supuestamente este proceso es anterior a su ejecución y la obra ya fue inaugurada), infraestructura complementaria como puentes peatonales y vehiculares de acuerdo a los reglamentos vigentes y no los mamarrachos que han puesto que ni siquiera cumplen con el espacio suficiente para que la gente circule de pie o en vehículos de un lado a otro (en caso de incendio un camión de bomberos no puede cruzar), estructuras metálicas que se dijo eran provisionales, pero no dijeron hasta cuando, mover los cables de alta tensión que en este momento se encuentran al alcance de cualquier transeunte a sólo medio metro de altura, y refuerzos estructurales en las viviendas contiguas a la construcción que han sufrido daños en la etapa de obras y que es obvio se verán más afectadas por la vibraciones que ocasione el tren cuando opere cotidianamente, cosa que ha sido proyectada para el 2013, si es que tiene corriente eléctrica.
Las obras y el desarrollo son aplaudidos, siempre y cuando estas no se conviertan en un peligro ambulante, en un gasto absurdo y en un muro que separe y acreciente las diferencias entre las clases imposibilitando su tan ansiada "inclusión" al apogeo de la economía, evidenciando un costo social tal vez superior al beneficio, sólo por satisfacer a toda prisa el ego de un presidente saliente con laureles efímeros que se conviertan en jorobas ineludibles para sus herederos.
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