surrogates

En una época en que es común observar una relación entre el ser humano y una representación virtual por la vía tecnológica, ya sea en avatares de redes sociales o juegos como xbox, playstation o wii, al igual que James Cameron con su Avatar, Jonathan Mostow, nos trae Sustitutos (Surrogates), llamada Identidad Sustituta en América Latina, basada en una novela gráfica de Robert Venditti, ilustrada por Brett Weldele; comic que para muchos es más adulta y profunda, adaptada a la pantalla grande por Michael Ferris y John Brancato, con una modesta maquinaria publicitaria, al menos en el Perú, a pesar de los 80 millones de dólares que costó su producción...

Mostow, nos ha entregado en este 2009 un futuro próximo, muy probable, más cercano que “Matrix” o “Yo Robot“, en una desconexión de la sociedad con su parte humana en el afán de una mejor imagen estereotipada, de libertad, de posibilidades más allá de las propias, de placer y de protección. Aunque Mostow no ha sido capaz de explorar las infinitas posiblidades de la premisa, tal vez por el poco tiempo de exposición, presumiblemente por cortes sugeridos por la productora, ya que es extraño ver una película que no sobrepase los 90`de duración, surte al público de una dosis equilibrada de acción y de efectos especiales, espectaculares y naturales, en escenas muy bien logradas, en una síntesis, dentro del ambiente detectivesco clásico, a veces drástica, que ya se prevee desde el comienzo, en el prólogo, cuando de manera razonable más no detallada, apelando a los saltos de desarrollo en los que la industria de la ciencia parece con mayor frecuencia sumergirse, explica el crecimiento de la tecnología y su efecto social hasta llegar a ese mundo.

Los seres humanos, casi en su totalidad, permanecen encerrados en sus casas y viven sus vidas virtualmente a través de androides de características físicas perfectas, de imagen impoluta, que son los que se exponen a la vida cotidiana en la calle e interactúan con los demás... androides, cosa que ha provocado no hayan muertes por accidentes o asesinatos y la disminución de los delitos. La historia comienza justamente con un crimen. Un sustituto ha sido destruido y su controlador, el ser humano al que suplanta ha muerto: algo imposible de concebir instantes antes. Tom Greer, interpretado por Bruce Willis a lo John McClane, es el agente del FBI que ha sido puesto a cargo de la primera investigación de homicidio en mucho tiempo, desperanzado por la falta de conexión en un matrimonio que se ha convertido en algo tan plástico como sus sustitutos, en un conflicto que lo lleva a cuestionar si vale la pena, en nombre de la apariencia, las posibilidades y la seguridad, dejar de sentir y vivir en carne propia.

A pesar de que las pretensiones de Mostow, en cuanto a contenido, quedan menguadas por la premura del tiempo, extrañamente corto, en donde las relaciones entre los personajes son insuficientes, sin poder aprovechar en toda su dimensión el potencial que el proyecto tenía, el filme acierta en su ritmo, en la premisa general y en algunas escenas con una enorme fuerza visual. Una muy buena película que sin embargo da la sensación que pudo ser mejor.