...en casa.

Para Enero, compromisos laborales habrían determinado mi itinerario. Planeado estaba, encontrarme para el primer mes del año en tierras del aguaje y la cecina, disfrutar de su caprichoso clima, de las curvilíneas figuras que se esbozan cubiertas de algún coqueto y provocativo short bajo un abrasador sol y de las noches siempre alegres de la calurosa Iquitos; para Febrero, debía encontrarme en la altura de Cajamarca, aprovechando para conocer la ciudad, su tan mentado carnaval y visitar a mi hermano Juan Carlos que reside allá hace un año; y para marzo, estar en Lima, o en todo caso, Ica, último rincón aun no determinado a visitar...

En Iquitos estuve alojado en casa de Gonzalo, mi otro hermano, en Juan Pablo, una urbanización entre el aeropuerto y el centro de la ciudad. Con él, Karen, su esposa, mi hermana también, aunque más fungía de mamá conmigo, riñéndome cuando así lo merecía yo, aconsejándome y pegándome, o molestándose conmigo haciéndome víctima del látigo de su indiferencia, razones no le faltaban, me abrían las puertas y los brazos al calor de su hogar. Las obligaciones que ambos tenían no les permitían estar todo el tiempo que yo hubiese querido en casa, sin embargo eso no fue impedimento para disfrutar de buenos momentos... en familia, haciendo de estos, valiosos y atesorados recuerdos más allá de sus horas de ausencia. Gabo, el mayor de sus hijos, pausado, atento, noble y jovial, se convirtió en una excelente compañía durante la ausencia de sus padres, compinche en travesuras, un camarada atisbando damiselas en desventaja y un digno rival en los constantes combates que (vale decir que son unas bestias, todos, dando golpes), jugando practicábamos acompañandolos con las escandalosas carcajadas provocadas por nuestras ocurrencias, jodido como él solo, un excelente Cheff, tal y como lo es su papá, alegre y reilón, ávido por aprender, ávido por vivir. Gaby, la damisela de la familia, preciosa, linda, encantadora, fuerte, caprichosa y terca, una dulce y bella crisálida difícil de entender, a punto de dejar el capullo, cosa que tiene locos a sus padres. Con ella me he peleado, nos hemos disgustado (yo me molestaba con ella y ella se molestaba conmigo porque yo estaba molesto con ella: Ninguno de nosotros, mulas, daba su brazo a torcer), he reído y hemos entrado en combates junto con su hermano, en los que, sin necesidad de alguna defensa masculina, ha mostrado su temple duro e indomesticable...

Isis, Lupe, Yo, Celeste, Karen y Gabo

aun tengo la huella de sus dientes en mi brazo (...ya dije que eran unas bestias ¿no?) y ha dejado otra huella, aun más profunda, inconfundible, en mi memoria y mi corazón (parece que sí tengo uno). Celeste, la menor de todos, es una pericote linda y risueña, incansable, una chiquita que corretea y alegra la casa, engreída y juguetona y la más expresiva de los hermanos. Todo esto aun sin contar con la camadería de Lupe, su apoyo cuando yo era víctima de las injustas recriminaciones de su hermana, o la dulzura de Isis, que de vez en cuando nos visitaban ¡¿Lupe, dónde está el Monopolio que prometiste?!

Cumplida la semana prevista en la que debía estar en Iquitos, partí rumbo al aeropuerto en compañía de Gabo, para regresar a Lima y continuar con el itinerario pactado. Estando en el aeropuerto la duda de mi partida se hacía presente, era pues que los objetivos laborales de mi viaje no se habían cumplido cual lo planeado, por motivos ajenos a mi proceder, por lo que decidí, estando a punto de chequearme y meter mi maleta, declinar mi viaje. Sin embargo, debo confesar que mi decisión de no partir en la fecha pactada no era sólo laboral sino que se vio influenciada por el vínculo que me ataba emocionalmente a la casa de Juan Pablo, el compartir tertulias con Gonzalo, hablando de música, cine, el trabajo, películas o política (tema en el que no tiene mucha paciencia), con un vaso de gaseosa y un cigarro en mano entre risas y abrazos (o en algunas ocasiones con su Habanna Club: "....con Habanna Club, su mundo es perfecto"), el ser enderezado y resondrado (soy un árbol caído y sin solución) por Karen (cosa que al parecer, necesito con urgencia), el ver la dulce y cautivadora sonrisa de Gaby (y recibir sus golpes, claro!), el escuchar y hablar con Gabo, sus bromas y peripecias románticas, y recibir los besitos y abrazos de Cele, ...llevarla al nido. Muy difícil dejar eso atrás.

Mi estancia se alargó más de lo esperado, no fue una semana más. Al trabajo se le agregó otros pedidos que, dado que no tenía las herramientas necesarias, pese a la ayuda de Gabo, me llevaron más tiempo del esperado. Estuve más de 2 meses en la capital de Loreto, desbaratando el calendario que se había previsto.

En casa, en Juan Pablo, se me obligó a orar antes de cada comida (irónico siendo yo ateo), cosa que hice con gusto. Fui uno más, parte de ellos, a quienes aun sin bajar del avión ya extrañaba... por eso es que no considero haber estado de visita sino que siento haber estado en casa.

Gonzalo, Gaby, Celeste, Yo, Karen y Gabo

En estos momentos hay un sol en Lima igual de incandescente que en Iquitos, pero no es igual, faltan ellos, cada uno de ellos, ...mi segunda familia.