Por los años 70 se apoderó del pensamiento popular temores apocalípticos producto de la guerra fría, el miedo a una guerra nuclear final que nos condene con el definitivo exterminio del hombre. Filosofías y conceptos que cuestionaban los intereses y la política de las potencias que miraban siempre con hostilidad su competencia, brotaban reclamandoles mayor y mejor juicio, juzgando tal celo de poder a costa de vidas humanas, como consecuencia de la estupidez del hombre.
En el séptimo arte también se vio reflejado dicho temor, visionando un oscuro futuro para el hombre producto de su inmadurez política, es así como surge, en 1968, de la genial adaptación por Michael Wilson y Rod Serling de la novela de Pierre Boulle "La planète des singes", la distópica película que se convertiría en una de las mayores franquicias para una quebrada 20th Century Fox con 4 secuelas y 2 series para televisión.
Para 1988 se intentó repetir el éxito del tan emblemático e inteligente film dirigido por Franklin J. Schaffner y protagonizada por Charlton Heston, Roddy McDowall, Kim Hunter, Maurice Evans y Linda Harrison, pero el proyecto a cargo de Adam Rifkin en la que un descendiente del personaje de Heston (Taylor), eventualmente lideraría una revuelta de esclavos humanos contra los opresivos imperialistas monos al estilo de Espartaco, fue cancelado apenas en la pre producción. Un segundo intento en 1993, "El Retorno de los Simios", protagonizado por Arnold Schwarzenegger con el guión de Terry Hayes y la dirección de Phillip Noyce, ambientada en un futuro cercano cuando los humanos se extinguen por una plaga ancestral incrustada en la Edad de Piedra descubierta en el código genético de unos simios del periodo védico criogénicamente congelados que coincidía con una revelación bíblica, tampoco vio la luz.
Tim Roth |
43 años después, el director británico Rupert Wyatt nos trae una nueva versión aislada de las versiones anteriores. Con el guión de Amanda Silver y Rick Jaffa, la nueva propuesta de Wyatt se desprende de una de las secuelas (o precuelas, cabe recordar que la historia es un círculo vicioso), "Conquest of the planet of the apes" (La Rebelión de los Simios, 1972), en la que se da origen o explicación del por qué el planeta está liderado por simios y no por humanos, la que daría paso al inicio de una historia más grande, contada linealmente, con simpleza y sin mayor sorpresa. Pese a esto, o tal vez gracias a esto, el filme funciona con una coherencia y precisión de nivel sobresaliente, centrándose al máximo las posibilidades dramáticas más que, como en las anteriores, en la ironía de la historia.
A diferencia de las anteriores, en las que los simios eran recreados mediante maquillajes, prótesis y disfraces, los simios de Wyatt se crearon digitalmente con tecnología CGI de capture motion, por Weta Digital. A los actores que encarnaban a los simios se les colocaban trajes verdes con sensores de movimiento y luego se reemplazaba su imagen en la cámara por la de los primates, generados por CGI. Un resultado ejemplar que me recuerda el King Kong de Kackson.
El salto evolutivo es drástico, bajo la accidentada búsqueda de una cura para el Alzheimer, el filme observa a un ser que no pertenece a ningún lado, entre el humano y el simio común, observa el proceso de formación de un líder, sus motivaciones, sus frustraciones, observa un peludo Espartaco que, como en la historia humana, inicia la inevitable hora de un cambio social necesario para su desarrollo, una bomba revolucionaria.
El filme es protagonizado por un impecable James Franco y Freida Pinto, la de Slumdog Millionaire, pero quienes se llevan los laureles son un increible John Lithgow y un soberbio Andy Serkis que sin limitarse al CGI brinda la expresión justa en cada actuación.
Así como a inicios de los 70, la Fox ha conseguido una franquicia que ha marcado a varias generaciones haciéndola renacer y azuza la espectativa por la secuela que abiertamente ha dejado entrever. Así, como las primeras palabras de Heston como Taylor en un mundo de simios, la primera palabra de Serkis como César en el mundo de humanos erizándonos los pelos, nos ha dejado las ganas de más.
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