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jueves, 28 de marzo de 2013

Matrimonio Gay






"Dios, hombre y mujer los creó(Gn 1, 27), profesa el antiguo bastión del credo más influyente en la sociedad occidental. Hombre y mujer, sin variantes, se esmera en cincelar en la "psiquis" general, una iglesia aun sumergida en los prejuicios de una humanidad que ante su ignorancia elevaba toda su realidad y naturaleza a los cielos, a un creador omnipotente, a una entidad de sabiduría absoluta que en su momento ignoraba todo aquello que los judíos no diesen por sentado. La sabiduría absoluta parece hoy no ser garantía siquiera de sabiduría.

La iglesia se mantiene aun hoy, y su influencia trasciende a creyentes, trasciende al tiempo, trasciende al conocimiento y la razón, aun sin la conciencia de esto en gran parte de la sociedad. No hay pretexto para el concilio entre la unión homosexual y el Vaticano: Aceptar su unión significaría la contradicción con las enseñanzas de Papalindo, sería cuestionar a Yhvé por haber quemado vivos y asesinado a los Sodomitas con azufre y fuego (Biblia dixit). Pareciese que hasta el regreso del prometido, del ungido, si es que viene, no va a haber cambios significativos respecto a este tema. Felizmente Diosito ya no echa azufre a los gays, ...creo.

Por otra parte, la comunidad homosexual, a lo largo del globo terráqueo, se ha esmerado, bajo la bandera de la igualdad de derechos y en contra de la discriminación de la que han sido víctimas durante muchos tiempo, por convertir posibilidades en axiomas, casi casi, como la iglesia misma y sus verdades, que "el homosexual no se hace, se nace" por ejemplo. Eventualmente y con cierta frecuencia aparece en alguna revista científica, entre titulares de tamaño familiar, algún estudio asegurando haber hallado el gen que determina la homosexualidad en el ser humano que serviría de sustento irrefutable a las teorías que señalan esa posibilidad, claro, después, a los meses o años, cuando se evidencia que esto no es cierto, que no hallaron (aun) el gen milagroso, esta noticia, esta rectificación se pierde sin bombos ni platillos entre la indiferencia y el olvidoEstudios como los de Simon LeVay, del Salk Institute en San Diego y los de Bailey y Pillard, ambos en 1991; de Alan Sanders, investigador de Northwestern Evanston Chicago, en el 2008; pero el que causó más revuelo y ha sido usado reiteradamente como evidencia del origen genético de la homosexualidad es la de Dean Hamer, del Instituto Nacional del Cáncer, cuyo trabajo fue rebotado en diciembre de 1994 por el New York Times, en plena primera plana con el titular "Descubren Gen Gay". En dicho estudio, Hamer identificó el gen Xq28 como una influencia en la orientación sexual homosexual; el problema estaba que el supuesto gen que daría un origen biológico a los gays, solo estaba presente entre el 5 y 30% de las muestras, ergo ¿De dónde salieron el 70 o 95% de homosexuales restante? Estadísticamente el valor arrojado era irrelevante y no probaba dicha teoría. Peor aun, los estudios de Bailey en el 99, de Rice en el mismo año y los de McKnight y Malcolm en el 2000, quienes replicaron el trabajo de Hamer, ni siquiera encontraron relación entre la homosexualidad y el gen Xq28. George Risch, del Colegio de Medicina de la Universidad de Yale, autor del método de investigación usado por Hamer, descalificó su trabajo asegurando que "ninguno de estos resultados es estadísticamente relevante". Después entrarían a tallar otros genes como el 10q26 (Mustanski, 2005), que junto al Xq28 y otros más podrían determinar dicho vínculo, sin embargo tampoco es concluyente, y nada de esto ocupó la primera plana del New York Times. Finalmente Hamer declararía "Sabíamos que los genes eran únicamente parte de la respuesta. Asumimos que el medio ambiente de desarrollo también juega un papel importante en la orientación sexual, tal y como lo hace en la mayoría, si no es que en todos los comportamientos. La homosexualidad no es puramente genética, el medio ambiente también juega un papel. No creo que seamos capaces de predecir quién tendrá homosexualidad y quién no. Nuestros estudios tratan de establecer con exactitud los factores genéticos, no de negar los factores psicosociales"; lastimosamente hasta el momento, pese al esfuerzo, no han podido establecer los tan mentados factores genéticos. Y es que justamente con ese esfuerzo, parece haber un interés sistemático -¿Un lobby?- por convencer a la sociedad de que el homosexualismo no es consecuencia de la formación sino más bien genético, tal vez para determinar que "no hay forma de corregir o curar" a las víctimas (sic) de tan siniestra condición. 

El problema es que el homosexualismo, no es una enfermedad (DMS) ni es tampoco siniestra, es parte de la libertad del ser humano a actuar como guste dentro del derecho y la convivencia, y la posibilidad de que esta sea consecuencia de su formación y no de la genética, no significa que deba tener una cura y menos aun que deba ser curada. Intentar convencer con fe ciega de que algo es inherente e inexorable en vez de sustentar que no es malo, es una estrategia que no soluciona ningún prejuicio. No sé, tal vez con los años hallen por fin una evidencia de un origen genético, pero por el momento no la hay, y el derecho a la elección sigue siendo el argumento racional de mayor certeza hasta el momento.

Un prejuicio no se resuelve con otro prejuicio, por más altruista que pueda ser la intención. 

Otra de las causas que se pretende convertir en axioma es que justamente uno de sus derechos abatidos en la insana campaña en contra de su dignidad y forma de vida, es el Matrimonio, El matrimonio entre homosexuales para ser preciso. Bajo el concepto de dos seres humanos que se aman, no habría obstáculo legal ni razonable que impida sea un derecho, que sea ley. Así como ha habido y hay rechazo, discriminación, y persecución, también ha habido tolerancia neutral hasta aceptación plena de la Unión social o legal entre personas del mismo sexo desde el inicio de la humanidad, reconociendo esta elección como parte del derecho de cada individuo. Hay datos de esto desde la Dinastía Zhou en China, hace casi mil años antes de Cristo, así como en Roma, de donde procede el derecho actual, antes de la instauración del cristianismo que es, con su expansión, cuando dicho escenario cambia. En aquellas épocas, antes del cristianismo, no existía en occidente el matrimonio como institución. Las uniones formales tanto en la Antigua Roma como en la Clásica Grecia, no tenían carácter sexual (y menos aún romántico), sino que se limitaban a solo entre las clases altas por cuanto había patrimonio, para poder destinarlos a la descendencia, era la legitimización de un heredero a través de la madre. Incluso, mientras el hombre podría tener sexo con cualquier otra persona, la mujer estaba comprometida a guardar fidelidad bajo el riesgo de ser devuelta a la familia en caso de no cumplir dado que la garantía de que la descendencia fuese de quien suscribiera el acuerdo habría sido quebrantada. Esta garantía jurídica tuvo un solo objetivo y bajo el principio consuetudinario terminó formando una institución jurídica.

Matrimonio viene del latín Matris Munium que significa "Cuidado de la madre", es decir, es la concesión legal a una mujer de concebir descendientes de quien la desposa reconocidos así ante la sociedad y la ley, con los derechos que esta condición significa: Es el derecho legal a ser madre y que sus hijos sean reconocidos social y legalmente, al cuidado y a la herencia. El fin, la razón del matrimonio como institución legal, el espíritu de la ley no es el "amour" ni el "vivieron felices para siempre", es la procreación y la protección de ese menor por parte de quien suscribe el acuerdo, para que este no quede desamparado al momento de nacer; la adopción no tiene nada que ver aquí. En otras palabras, cada vez que una pareja homosexual recurre o exige esta institución para ella, está solicitando el derecho legal de que alguno de sus miembros pueda parir un descendiente de ambos.

En una época, pese a los axiomas establecidos, la iglesia aportó en el desarrollo tecnológico y científico de la sociedad, sin embargo, limitada por la palabra de Dios, esto no podía ser eterno ni en todas las áreas, sobretodo cuando habían gruesas contradicciones con la verdad divina. Desde su parto y con el fin de salvaguardar esas verdades divinas y absolutas, la iglesia se habría convertido en la proliferación de prejuicios bajo el título de la palabra de Dios, de las buenas costumbres y la familia. En el Perú, es abrumadoramente evidente la enorme influencia de la iglesia y su sabiduría. Ha sido protagonista de los mayores obstáculos sociales y legales para la administración y regulación de muchas normas y programas de carácter social y salud pública. La repartición de preservativos en los centros escolares, la regulación del aborto terapéutico, los derechos del homosexual, entro otros. 

La legalización del matrimonio homosexual, para los que tienen dudas golpe en pecho, rosario en mano, no traerá plagas ni tampoco desembocará en perdiciones de una sociedad que hace más caso a sus taras, a su credo, que a la razón (Esto sí es una perdición). Todos tienen derecho a disfrutar de la vida, a realizarse y a hacer lo que la ley no prohibe. 

El problema con el matrimonio homosexual no es alguna maldad sibilina guardada para desencadenar el apocalipsis, no es la influencia que pueda ejercer en los menores que desde ya están expuestos a la realidad de la vida, el problema, me parece, es que la causa es equivocada, es decir, en mi opinión el mal llamado matrimonio -Institución a mi parecer vetusta y limitada- no es el medio legal adecuado al que recurrir, no porque sea malo sino porque no corresponde. Uno no saca su brevete en el ministerio de agricultura, no porque sea malo sacar brevete sino porque no es a esa institución a la que le corresponde otorgar ese derecho. El espíritu de la ley, es decir, la razón de su existencia, define la norma y la institución, sus alcances y su objetivo, es decir, cualquier modificación que sufra para adecuarla a la realidad o mejorarla no puede sobrepasar los límites por las que fue concebida, y la razón de esta institución es la procreación y la protección del resultado de esta, ergo, los que recurren a esta institución deben, por naturaleza, es decir, más allá de condiciones circunstanciales o particulares de salud u otros que impidan procrear, tener la posibilidad natural de tener hijos, y evidentemente, por naturaleza, una pareja homosexual está imposibilitada. Hay otras opciones legales a las que recurrir, con las que se adquieren derechos y beneficios de pareja o cónyuge, similares a los que otorga el matrimonio sin que el objetivo de la ley sea el mismo. Lamentablemente, con estas normas no se adquiere el reconocimiento social y legal de pareja. Para bien se podría exigir, el alcance de estas normas lo permiten, una propuesta legal, un proyecto de ley que las modifique para incluir, no solo estos derechos, sino el reconocimiento social que sí otorga la unión por matrimonio y la unión de hecho. Insisto, el matrimonio como institución, no pertenece a esta época.

Ahora, si en contra de la naturaleza de la ley se aprueba el matrimonio para las parejas homosexuales, cosa que, y lo repito, me parece un error, tampoco será ni diabólico ni apocalíptico, sólo no correspondería a la razón de ser de esa ley. Si bien es cierto podría ser un costo legal el vulnerar el espíritu de dicha ley, sería, por otro lado, tal vez un avance en el espíritu humano.








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