Javier

"Para quienes creemos en la justicia, nos duele la pérdida de un luchador consecuente, un aliado imprescindible. Hasta pronto, Javier" 

Jo-Marie Burt

Asesora Principal de la Oficina en Washington sobre asuntos Latinoamericanos (WOLA)

Cuando niño, como todos, quise ser un superhéroe, un doctor, un policía... Seguramente por la influencia de la televisión de la época. Una toalla amarrada del cuello me podía convertir en superman o una gorra cualquiera en policía. No había verguenza. Mientras crecía mis infinitas vocaciones se fueron reduciendo. Pero fue justamente la televisión la que me cinceló gran parte de mi juventud el deseo de ser un político. Fue así como supe de Javier Diez Canseco, así fue como lo vi. Siempre inconforme y rabioso con una justicia austera y una sociedad políticamente inmadura e incomprensiblemente indiferente con la corrupción y la injusticia, su agudeza en los análisis de la coyuntura política, su destreza al debatir, su tenacidad al confrontar, y su inteligencia obnubilaron a un joven que abría sus ojos de par en par a la política. Con el crecer no sólo vienen los conflictos sino la desconfianza, una característica que mi padre, conocedor activo de la política nacional, bien supo acuñar en mí. Por lo mismo y con el aprendizaje de la política, escrutando políticos, su vida, su trabajo, sus aportes, sus defectos y las diferencias entre ellos, el respeto y admiración por Javier tuvo harto sustento como respaldo. Un intelectual y político que pudiendo haber sido, dado su origen acomodado, un rico empresario o litigante, renunció a su herencia y a esta vida de opulencia, a ser un abogado del buffete Cisneros. Devolvió las llaves de su auto nuevo y se mudó al distrito San Martín de Porres escogiendo convertirse en un luchador social dentro del sistema, con las consecuencias que esto conlleva. 

“Javier me dio los papeles de esa acusación equivocada que le hicieron. Los estudié y leí línea por línea, porque él quiso saber mi opinión. Era muy claro que jamás mereció esa sanción” 

Beatriz Merino

ex Defensora del Pueblo

En referencia a la falsa imputación por la que el Congreso lo sancionara

Coincidencias muchas, así como discrepancias, pero la consecuencia, honestidad e inteligencia hacían de su persona un referente político incuestionable. No me dediqué a la política, al menos no directamente, sin embargo, la pasión y la atención por ella nunca se mermó. Él fue uno de los culpables.

"Ortiz: ¿Qué te entusiasma? 

Javier: La gente 

Ortiz: ¿Qué te saca de quicio? 

Javier: La injusticia 

Ortiz: ¿Cuál sería para ti la felicidad perfecta? 

Javier: Un pais justo 

Ortiz: ¿A qué le tienes miedo? 

Javier: A morir inutilmente"

Programa "Cállate Beto" (Extracto) 

Entrevista de Beto Ortiz a Javier Diez Canseco (2007)

Javier con familia y amigos

Javier Diez Canseco falleció el pasado sábado 4 de mayo en la Clínica Anglo-americana, víctima de un cáncer avanzado. Su partida significa un enorme vacío no sólo en la izquierda sino en la política nacional. Su tenacidad, consecuencia, honradez e inteligencia son virtudes muy extrañas en la política. Hace poco César Hildebrandt, antes del fallecimiento del congresista, al poco tiempo de que hiciera pública su condición de salud, escribió sobre él.

“Poco a poco, Javier Diez Canseco se está yendo. No es pena lo que siento. Es rabia. Las últimas apariciones públicas de este hombre mayúsculo tuvieron que ser destinadas a defenderse de las acusaciones vertidas por lo peor de la prensa derechista. Y el congreso, donde la sífilis del fujimorismo sigue circulando, se atrevió a sancionarlo con 90 días de separación.El hombre que había entregado su vida a luchar contra la corrupción resultaba acusado por los hijos del pus que González Prada denunciara. Lo de siempre en el Perú: las heces mandatorias. La derecha se vengaba. Los nacionalistas se vengaban. El fujimorismo se vengaba. Nadine Heredia era una gran vengadora. Así es el Perú. 

En ´Hildebrandt en sus trece´ hicimos hicimos una investigación prolija sobre las acusaciones aparecidas originalmente en el “Correo” de Aldo Mariátegui. Eran basura. Resultaba que no había nada consistente detrás de ellas. Nada sino veneno arácnido. 

Esa era quizá la última condecoración simbólica que le faltaba a Javier Diez Canseco: ser lapidado por matones de la prensa, ser expulsado de un congreso mugriento. 

¡Te lo merecías, Javier! 

Nunca te elevaste tanto como cuando el odio te mordió. Nunca fuiste mejor que hace unos meses, defendiéndote de quienes querían tu asesinato mediático. Y era pura envidia, querido Javier. Tu vida les recordaba su miseria moral; tu elocuencia les recordaba sus silencios; tu capacidad de indignación ante las injusticias les recordaba sus complicidades y sus agachamientos. 

Tantos años de decencia tenías que pagarlos. Porque en el Perú la decencia se paga. Y las chusmas conservadoras se encargan de la cobranza. O te calumnian, o te empapelan, o te vocean en sus aquelarres a ver si así te embarran. Porque si todos se embarran, ya no hay barro. 

Pudiste ser rico, Javier: abogadazo, jurisperito de multinacionales. Elegiste ser modesto. Y alegre. Porque a ti la cumbia te va bien y las chelas también y el goce puro del momento, de lo más bien. Pudiste ser Robespierre pero preferiste ser un hombre fiero con la palabra y amable – por lo general – con quienes no estaban de tu lado. 

Y no estábamos a tu lado en muchos casos. Jamás pude entender por qué un hombre tan apegado a los fueros del libre albedrío avaló siempre una dictadura cubana, que para mí es el socialismo contado por George Orwell. O por qué tenías aliados tan falsos y esperanzas tan ingenuas. 

Pero siempre hemos dicho y diremos que has sido un hombre ejemplar, coherente, indoblegable. Un hombre, en suma. Una lección viviente de armonía entre palabra y acto. Un extraño ejemplo en un país plagado de impostores.” 

César Hildebrandt

Al fin de la batalla,
y muerto el combatiente, vino hacia él un hombre
y le dijo: ¡No mueras, te amo tanto!
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.  

Se le acercaron dos y repitiéronle:
¡No nos dejes! ¡Valor! ¡Vuelve a la vida!
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.  

Acudieron a él veinte, cien, mil, quinientos mil,
clamando ¡Tanto amor y no poder nada contra la muerte!
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.  

Le rodearon millones de individuos,
con un ruego común: ¡Quédate hermano!
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.  

Entonces todos los hombres de la tierra
le rodearon; les vio el cadáver triste, emocionado;
incorporóse lentamente,
abrazó al primer hombre; echóse a andar... 

Masa

César Vallejo

Tony Judt decía que "el problema es que los socialistas tuvieron siempre demasiada fe en la razón de los hombres". Tal vez ese fue el problema de Javier. 

Ortiz: ¿cuál fué el mayor halago que hayas recibido? 

Javier: Ud. hace falta

Y sí que la haces.

(Foto: El Comercio) Durante el 5 y 6 de Mayo se realizó el velorio en la Casona de San Marcos ante una masiva concurrencia. No se permitió el ingreso de los parlamentarios que injustamente votasen en su contra y se rechazó sus fariseos presentes. Durante el mediodía del 07 de mayo fue homenajeado en la Plaza Bolivar, ante miles de seguidores, amistades y colegas, sin ingresar, por pedido expreso de la familia, al Congreso.

El abogado Ronald Gamarra se habría pronunciado con certeza al respecto:

"Mucho Javier para tan poco Congreso" 

Javier Diez Canseco Cisneros, Lima, 24 de marzo de 1948 - 4 de mayo de 2013