"Es el mejor de los tiempos, es el peor de los tiempos. Es la edad de la sabiduría, y también de la locura. Es la época de la fe, y también de la incredulidad, la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación. Lo tenemos todo, pero no somos dueños de nada, caminamos derechito al cielo pero tomamos el camino a otro lado. En fin, esta época es tan parecida a todas las épocas, que nada de lo que aquí voy a contar debería, en realidad, sorprendernos. Nada. Ni el perdón, ni la venganza, ni la muerte, ni la resurrección"Charles DickensHistoria de dos ciudades
Christopher Nolan nos entrega este año su tercera y última parte de la trilogía del hombre murciélago, Batman, con la promesa tácita de un producto digno del legado de su predecesora, el Batman de Ledger (permítanme la licencia): El caballero oscuro, pero ¿Cómo igualar o superar a aquella que ha exprimido el máximo rendimiento a la oscuridad de un comic? ¿Cómo igualar la potencia de su argumento, ese bien construido castillo de naipes, la riqueza de sus personajes y el parto de un tan magnífico, intenso, potente, perturbador e irracional Guazón, el mejor de todos? Quienes, como yo, entraron a la sala del cine esperando un gran filme sin alcanzar la maestría de su antecesora se equivocaron.