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viernes, 30 de septiembre de 2011

Camino




Camino es un filme extraño, indefinido, que se niega a emitir juicios limitándose a una visión ambigua y de confusión moral. Un cuento de hadas sádico, brutal y a la vez emotivo, a veces excesivo, donde nunca queda claro si critica o defiende el comportamiento de sus personajes. En algunas escenas parece hacerlo, en otras parece lo contrario. Una mezcla de la crudeza de una descarnada realidad y su agonía, con la inocencia infantil y la fantasia de los sueños, haciéndonos recordar al Mar Adentro de Amenabar, otorgándonos, casi con tono exigente, el compromiso de juzgar...






Camino es una película del 2008, escrita y dirigida por Javier Fesser, que participó en la sección oficial del Festival Internacional de Cine de San Sebastián de ese mismo año sin conseguir un sólo premio, sin embargo, en la XXIII edición de los Premios Goya ganó en seis de las siete categorías en las que era candidata, incluyendo mejor película, mejor guion y mejor director. Así como en las premiaciones, esta puesta de escena ha generado opuestas posturas y diversas polémicas alrededor del argumento y de los hechos reales que sirvieron de punto de partida para retratar a una niña de trece años a la que se intenta inculcar el placer de la redención a través del dolor y así desarrollar esta historia de ficción.






Alexia González-Barros González, la hija menor de una familia española integrante del Opus Dei falleció en 1985 a los 14 años. El 4 de febrero de 1985, aun con 13 años, Alexia, la menor de 7 hermanos es diagnosticada con un tumor maligno en la columna vertebral que, en muy poco tiempo, la deja paralítica. Sufre cuatro largas operaciones y prolongado tratamiento médico durante los siguientes 10 meses. Distintos biógrafos -todos cercanos al Opus Dei- narran que su fortaleza, paz y alegría fueron constantes a lo largo de la enfermedad, gracias a sus creencias y educación religiosa, aceptando su enfermedad para, como cuentan, ofrecer su dolor y sufrimiento por la Iglesia, por el Papa y por los demás. Alexia, en la que está basado el argumento de la película, actualmente está en proceso de canonización.






Un intenso drama sobre la agonía y la muerte de una niña en donde se trasluce la fe, el sentido del sufrimiento y la religión institucionalizada, chocando entre sí, la influencia de un entorno extremadamente religioso y el descubrimiento del primer amor y el torrente de sentimientos que la envuelven mezclando elementos de mundos tan dispares en unos ojos infantiles.






Los efectos especiales son precisos, minuciosos, delicados e impresionantes. Pese a algunas sobreactuaciones y exageraciones iniciales, las actuaciones de Nerea Camacho, una soberbia Carmen Elías y Mariano Venancio funcionan en una temática difícil y llena de minas que a la larga impiden el filme termine de convencer. Una película de 143 minutos con muchas luces como sombras, que maneja las emociones con habilidad, que rescata la posibilidad de otras respuestas y que sin duda siempre estará sujeta a la polémica, siempre entre los extremos, entre los que la condenen y la aplaudan. 

Yo me acomodo entre los que la aplauden.








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