Hablar de la Estación de Barranco, por muchos años, era hablar de tradición, de música, de sus noches, de su jarana. Todos los que han pasado por el histórico distrito a horas en el que el bullicio despierta para convertirse en bohemia sabe de lo que hablo, ya sea como músico, artista, público o mirón borracho, a pesar, de habernos, todos los que pasamos por la prueba de sonido, quejado por las carencias del local.
Pero al parecer, al tradicional mal sonido, que ya se hizo parte de cada presentación, a los buenos momentos, el trago, la música y toda la cultura que se ha desplegado desde 1979 en el Pub, se le ha añadido el maltrato a los artistas.