
Camino es un filme extraño, indefinido, que se niega a emitir juicios limitándose a una visión ambigua y de confusión moral. Un cuento de hadas sádico, brutal y a la vez emotivo, a veces excesivo, donde nunca queda claro si critica o defiende el comportamiento de sus personajes. En algunas escenas parece hacerlo, en otras parece lo contrario. Una mezcla de la crudeza de una descarnada realidad y su agonía, con la inocencia infantil y la fantasia de los sueños, haciéndonos recordar al Mar Adentro de Amenabar, otorgándonos, casi con tono exigente, el compromiso de juzgar...