Pasó el 31 de octubre y a diferencia de muchos me quedé en casa. La interrogante de apelar a una tradicional celebración que por naturaleza me corresponde, la música criolla, o la de recurrir a una costumbre foránea internacionalizada por los tentativos medios, abarcando casi a la par con el criollismo, las jóvenes festividades que cuanta huachafa institución promueve, el halloween, quedó saldada ante la ausencia de capital que me obligaba a una austera, tranquila y sedentaria incursión a tierras de Morfeo, entre la única fiel a mi cama, mi almohada, y mis innumerables colchas que me protegen del frío y la oscuridad de una noche de brujas con Pinglo y Chabuca cantando a lo lejos.
La masiva propaganda estadounidense sobre su forma de vida y tradiciones ha influido no sólo en el Perú sino en gran parte del mundo occidental gracias a la calidad de los medios y su criterio publicitario que por medio de la televisión y el cine llegan a los hogares apoderándose muchas veces incluso de su propia identidad. Es así que la Noche de Brujas ocupa hoy en día, sobretodo en la juventud y en la niñez, un mayor significado de alegría y buenos momentos que la propia y tradicional música criolla, ¿Quién puede negar que es atractivo convertirse en otra persona o entidad, tal vez admirada, tal vez catártica, en una noche de disfraces? ¿Quién puede negar lo vivo que se puede sentir uno cuando la muerte y la hechicería es el tema de la noche?
La Noche de Brujas, en inglés Halloween, contracción de la expresión inglesa All Hallow's Eve que significa la Víspera del Día de los Santos, es una fiesta proveniente de la cultura céltica celebrada principalmente en los Estados Unidos de América, Canadá, Irlanda y el Reino Unido, exportada por emigrantes, sobre todo irlandeses en el siglo XIX, más o menos hacia 1846, en la que la noche del 31 de octubre, como cuando el año celta hace más de 2,500 años, terminaba al final del verano, los niños se disfrazan y pasean por las calles pidiendo dulces de puerta en puerta, diciendo "trato o truco" o "dulce o truco", que derivan de la expresión inglesa trick or treat, a lo que si no acceden al trato, las casas sufren alguna desagradable broma, siendo la más común arrojar huevos o espuma de afeitar contra la puerta.
En esta antigua práctica, los Celtas llevaban el ganado de los prados a los establos para el invierno, fecha en la que se suponía que los espíritus podían salir de los cementerios y apoderarse de los cuerpos de los vivos para resucitar. Cosa que era combatida ensuciando las casas y decorándolas con huesos, calaveras y demás cosas desagradables, de forma que los muertos pasaran de largo asustados. Sin embargo uno de los espíritus deambulaba por pueblos y aldeas, yendo de casa en casa pidiendo truco o trato, que en caso de no aceptar el trato este maldecía la casa y a sus habitantes, dándoles toda clase de infortunios y maldiciones como enfermar a la familia, matar al ganado con pestes o hasta quemar la propia vivienda.
Por otro lado el término bruja y su relación con esta fiesta nace muchos años después y aunque en toda cultura antigua se recurría a mundos mágicos, a veces paralelos, de espíritus y dioses, relacionándose con nuestro mundo a través de magos, necromantes, brujos y espiritistas, es recién con la Iglesia católica y el cristianismo que dichos conceptos cobran gran importancia global en la sociedad ya que la existencia de un Dios como Yhvé, como profesan, acarrea la existencia de un mundo espiritual y con ella la posibilidad de magos y brujos. Cabe recalcar, que en la Biblia se reconoce la existencia de otros dioses, de magos y brujos. Por esto, la Santa Inquisición o Santo Oficio fue creada en 1184 por el papa Lucio III para combatir, en un inicio, a la herejía cátara, para luego, perseguir, amenazar, torturar y asesinar a brujos, ateos, judíos, y progresistas como Giordano Bruno, científico italiano quemado vivo por decir que el Sol era más grande que la Tierra, o Galileo Galilei, condenado a prisión de por vida en su residencia, en Florencia, y a que su obra sea prohibida, por decir que la Tierra se mueve alrededor del Sol, ambos procesos dirigidos por Roberto Belarmino, cuya noble y sabia decisión pareció ser ratificada al ser beatificado y canonizado luego por el papa Pío XI en 1930 como San Roberto, ¡Vaya santo!
San Roberto, ¿Trato o truco?