Hasta no hace mucho, Alan García nos sorprendió con un indulto de lo más discutible al empresario José Enrique Crousillat de proba vinculación con la mafia oligárquica de los `90, por motivos, según hicieron público, humanitarios, decisión por la que Rafael Rey, con mirada de amante hiriente, no sólo la defendió rasgándose las vestiduras sino, que en el colmo del cinismo afirmó que es un acto que el presidente no tiene por qué justificar, sentando un precedente preocupante, como por ejemplo, ante la posición de Keiko Fujimori -la desubicada gordita hija del reo nipón- en las encuestas, la cruel, irónica y burlezca posibilidad de su éxito -¡¡Dios nos libre!!- en las elecciones para la silla de Pizarro, quien una vez en el poder, pudiese indultar a su padre sin, como dijo Rey, tener por qué justificarlo. Es pues que el indulto se excusaba en "los presuntos problemas físicos que padece Crousillat que, al estar en prisión, pueden colocar en grave riesgo su vida, por su avanzada edad", que se encontraban en el cuarto informe, sospechosamente el único hecho por médicos que no son parte del INPE, cosa que según el artículo 82 del Código de Ejecución Penal, los médicos del INPE son los únicos facultados para determinar el estado de salud de un recluso. Los informes anteriores (03), hechos, siguiendo la normativa, por el INPE determinaban que Crousillat se encontraba estable. Sorprendentemente, seguro por ser mes navideño, el sentenciado por vender la línea editorial de la televisora, milagrosamente, el un día antes con grave riesgo a morir, una vez indultado y libre, se recuperó como para viajar a Argentina y planear ya sus trabajos para su regreso a la televisión produciendo telenovelas. Incluso Carlín retrató magistralmente el milagro. Por otro lado, más allá de la complicidad marital entre el Apra y el Fujimorismo, con Baguatar, no parece haber intenciones de ensuciar a las autoridades en ese extraño incidente que parece propio de salas de cine como el de Cameron y no de la realidad, que reune a García, Cabanillas, Simon y Aráoz como los protagonistas pero, a diferencia del filme, sin ponerse en el lugar del otro. La corrupción y la impunidad son problemas muy difíciles de manejar. Es casi imposible un gobierno no tenga algún chispaso de corrupción durante su mandato; lo malo es que, por la frecuencia, éste parece ya tener la maestría y la continuidad del tristemente recordado Alberto Fujimori.
Sin embargo,.ante la lamentable imagen de las autoridades, y con ella, la del poder judicial, una luz de esperanza, un acto contranatura dentro del ya habitual accionar, entre corrupto y torpe salvo contados casos, de la justicia en el Perú, se dio a conocer...