"Godzilla es una de las referencias más populares de la cultura japonesa del siglo XX, siendo descrita como un enorme dinosaurio mutante, quien genera y salva del caos a Tokio y el mundo". El nombre Godzilla es una caprichosa traducción fonética que hiciera la misma Toho, productora del primer filme con este personaje, en 1954, para su adaptación norteamericana, del nombre original del personaje, Gojira, que es la combinación de dos palabras japonesas, gorira que significa "gorila" y kujira que significa "ballena". Palabras que pretenden representar al mítico ser. Godzilla es din duda, uno de los monstruos más emblemáticos de la historia del cine y en esta última entrega, su adaptación estuvo a cargo de Gareth Edwards, tras su independiente y algo sosa “Monsters” (2010), llevándolo al cine con el guión de Max Borenstein, David Callaham y Frank Darabont.
Hoy está en la pantalla grande nuevamente Godzilla
El inicio del filme es contundente, tan prometedor como el trailer: Hay algo más que un espectáculo de efectos especiales, batallas, y peleas titánicas. La producción y los efectos son impresionantes, sobretodo al inicio. Nos regala imágenes y secuencias de desolación urbana que quedan cinceladas en la promesa de una nueva propuesta que cumpla y funcione en todas sus pretensiones. Sin embargo, la promesa nunca termina por concretarse. El intento de ofrecer un enfoque más realista y dramático, con una vertiente científica, nunca termina de convencer qué diablos hacen dos tipos de dinosaurios con maquillaje extraterrestre totalmente diferentes entre sí, despertando aisladamente y al mismo tiempo, y resta, sin lograr su primer objetivo, las secuelas de acción tan alejadas una de otra. Sólo el tramo inicial de la historia está completa, funciona y convence: La película termina mucho antes de terminar.
El único personaje verdaderamente interesante y convincente es el de Joe Brody, encarnado por un siempre sobresaliente Bryan Cranston (aun no podemos quitarnos de la retina al genial Heisenberg). La pérdida de su esposa encarnada por una impecable Juliette Binoche, su trauma, su obsesión, y su lucha están bien contadas. Sin embargo Aaron Taylor-Johnson en el papel de Ford Brody, deambula en toda la película sin inyectar ningún tipo de tensión a la trama y siempre, dada la casualidad, justo por donde van a pasar los monstruos, mientras que Elizabeth Olsen rellena escenas sin relevancia en la narración.
Emulando a los muy divertidos "Trailers honestos" (si no los han visto, deberían), bien podrían explotar al buen actor Ken Watanabe, quien en el filme sólo está para poner cara de asombro en toda la película. Lamentable como se desperdicia tan buen actor.
La estructura física de Godzilla es distinta a su antecesora. Se parece más a las antiguas, aquellas que eran un traje con un hombre adentro, cuando el escaso desarrollo tecnológico en el cine no permitía mayor naturalidad en los personajes titánicos. Godzilla parece ser un disfraz de látex manejado por un Gordo adentro, mientras que sus rivales se asimilan a insectos extraterrestres gigantes, casi metálicos. Hubiese tenido mayor acierto rescatar el aspecto del Godzilla de Emmerich o el monstruo de Cloverfield de Matt Reeves, de lejos más convincentes y realistas.
Spoiler: Aunque ya para la mitad de la película ya lo sabíamos, al final, un coqueteo entre Watanabe y el gordo Godzilla termina por confirmar el absurdo que se habían esmerado en emular. El monstruo es incapaz de responder a sus instintos de sobrevivencia, es un agente natural de equilibrio. Después de un cruce de miradas casi románticas con un Watanabe, como siempre, con cara de asombro, Godzilla renace, se recupera de una dura batalla contra los otros dos monstruos, se levanta y cruza la ciudad a la que ha salvado, triunfante, sin pretender dañar a todos aquellos que lo han seguido, acosado y atacado durante todo el filme. Nada, a ellos no los toca, no importa ningún instinto natural. Sí, cruza el filme triunfante como el nuevo héroe de la ciudad y el mundo, con todo y música triunfal ¿En serio? Poco faltó para ponerle una capa y un calzón para que salte a volar.
El filme pretendió una propuesta más realista y seria que la muy humorística, casi caricaturesca, y llena de clichés, hecha por Emmerich: Bastante Cómic e infantil, y lo logra, pero eso no basta. Lo mejor de la película, sin duda alguna, la pareja Bryan Cranston y Juliette Binoche, contundentes, impecables, así como las escenas de desolación cataclísmica. Los dos mueren y el ritmo decae, la narración se enreda, las batallas se desentienden y los efectos, que con un guión que se desploma precipitadamente, no llegan más allá que un espectáculo CG ¿Watanabe se mantendrá con su interminable cara de asombro con el resultado del filme?
2 Miradas :
No estoy de acuerdo, la binoche apareció unos segundos y solo para morirse lo mismo el broody, osea que sentido tiene juntar a tan buenos actores para matarlos tan pronto???!! (juego de tronos esta dando mal ejemplo!)
Ademas si le vas a poner de nombre a Godzilla a una película de casi 2 horas y el bendito bicho aparece 10 minutos! Pues no se! Creo que se requería mas participación del reptil! Me gusto por cierto! Asi todo gordito! Y cuando le abrió la boca para mandarle los rayos en un boca a boca!! Uuuff! Lo máximo en destrucción! Pero bueno! Yo quería mas Godzilla y menos humanos!
@Gary Rivera Es cierto, Binoche aparece muy poco tiempo, sin embargo su actuación convence y sustenta la obsesión de Cranston. Aunque lo que más llama la atención es la muerte de este último, bien pudo haber sido él quien marcara el ritmo de la historia en vez de su hijo que parece estar recontraperdido. Aunque estoy de acuerdo en que debieron haber más escenas con Godzilla no sé si el problema era más cantidad de escenas del reptil, muchas veces se puede plasmar la presencia intimidante sin necesidad de ponerlo todo el tiempo o en primer plano, un ejemplo es Colverfield, algo que no sucede con esta entrega. Oye Gary, no seas malo, ¿un Godzilla gordo?
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