perdida de tiempo: cuando el romance no funciona

Más de una vez he oído la oración casi como credo generalizado por cuanto fémina se haya cruzado, para su pesar, por mi lado: "he perdido el tiempo" o "la has hecho perder el tiempo", de algún tercero que a manera de consuelo fiscal femenino te acusa de haber sido el causante de una no muy mesurada cantidad de revoluciones horarias de algún minutero que sin poder limitarse, se ha convertido en una cantidad de recuerdos sin significado y que, puestos en la balanza, siempre pierden ante la utópica posibilidad de no haber sucedido nunca, de haberles desviado de su camino, de haberles estropeado su futuro...


Creo, todos de alguna manera han pasado por eso cuando, en una búsqueda inconsciente de alguien con quien sonreír -puesto que como ser individual, el hombre es un inherente animal social-, han fracasado en la permanencia y el sostén de una relación que no avanzó más allá de la promesa inicial, por distintos motivos. He sido blanco de quienes, sin piedad alguna, me han acusado de haber robado tiempo precioso a alguna fémina, que he arruinado la posibilidad de otro protagonista que sí hubiese sabido ser parte de una edificación vertical cuya cumbre hubiese sido la felicidad total en un pent house matrimonial con risas enmarcadas en cuadros que rían a la luz de los faroles de estación. Que enfrie corazones que como alimento del día a día, conservados, sean un recurso para usarlos cuando la pasión por inercia de la rutina intente mermarlos, Que extravié sus miradas enamoradas, que como luces se hubiesen mantenido iluminando día y noche hasta el fin de sus días, al encontrar, sin mi impertinente cruce por su camino, a la pareja ideal, con quien compartirían sus alegrías y sus noches. 

 

Me he hecho acreedor de incontables flagelos verbales que si en un inicio hallaban defensa, ahora, ante la constancia, creo estar convenciéndome de su certeza. 

 

Las prioridades de las personas según el género indudablemente varían abismalmente. Por prejuicios, educación o simplemente por el mismo género, -¿Será hormonal? ...lo dudo-. Mientras el hombre busca experimentar a sí mismo para con su pareja, para conocerse y canalizar la química entre ellos en algo que profundamente llene sus expectativas, para así poder compartir y que, tal vez con la ausencia de una visión pitonisa al futuro, simplemente disfrute a plenitud de lo que en verdad en ese momento es y no nada más: una relación, la mujer busca los escalones de una seguridad marital que al parecer, por miedo a la soledad y al fracaso que su educación matriarcal a la que ha sido sometida, sumado a las tan instructivas telenovelas que limitan un tiempo de cortejo y copulación para determinar un momento preciso para poder engendrar una familia, espera que cada relación, lejos de conocerse a sí misma y a quien tenga a lado, sea un preámbulo a la telenovelezca expresión de vivir para siempre, teniendo como prioridad vital la unión eterna por encima de su logro como ser humano. Efecto social que en el Perú cual metástasis se ha generalizado en cada hogar y aun más en provincia, salvo contadas y estoicas excepciones.

Por mi parte, intentando no vestirme del oscuro traje de victimario y de ladrón de tiempos y sueños ajenos, guardo siempre, como en una cajita de sueños nunca olvidados, con una sonrisa, el significado, el sentir, y los buenos y malos momentos que sirvieron para que conozca y aprecie a quienes por azares del destino se cruzaron conmigo y lo lamentaron, y que hoy andan por ese mismo camino que yo, por algún motivo dejé de transitar. Aquí están ...como dijo Vallejo, aquí en el horno de mi corazón.

Siempre es agradable pensar en ese limbo, de plenitud más cerca del opio que de un cristal limpio, donde una pareja casi aislada como ermitaña, sin efecto externo ni interno, pueda sortear aquellas razones que nosotros, en cada uno de los casos, no pudimos, una pareja que construya ese futuro mutuo que rechazamos. Sin embargo, pisando algo de tierra no queda más que el limitado concepto de lo que pudo ser mientras esas figuras como ensueño se pierden en el horizonte, en un camino distinto al nuestro, a lo largo de una carretera que nunca podremos volver, con una sonrisa plena, olvidándonos, haciendo su propia historia y enterrando los sueños que una vez nacieron -tal vez- cuando estuvimos juntos.