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viernes, 30 de julio de 2010

Levántate Lázaro




Bajo sábanas, la imagen social, los prejuicios, y las distintas circunstancias interpersonales, pueden ser igual de comprometedoras y hasta frustrantes, tanto para un varón como para una mujer; pero entendiendo que para poder participar del ruedo, el macho debe, digamos, tener listo sus implementos que por naturaleza tiene, es indudable que la salud mental del macho en ese momento tiene impacto directo en el resultado. Los nervios, la tensión, los problemas, los miedos, los prejuicios, y el cansancio físico o mental son sólo algunas de las mortales barreras sociales que a toda edad uno, primerizo o experimentado, a bien debe sortear con maestría para una imagen decorosa, pero cuyas circunstancias no siempre avalan un final digno en que el buen nombre con orgullo y entereza como reflejo de una faena envidiable, no siempre...

Nos hallábamos solos en la habitación, entre la humedad de sus labios y el roce de mi piel contra la suya. Una vez perdida mi boca en alguna parte de su cuello, empezamos a desprendernos de todo aquello que obstaculizaba a nuestros cuerpos conocerse, prenda por prenda, hasta quedar ella en una provocativa lencería -evidentemente estaba preparada-, mientras reía sutilmente por el cosquilleo que decía, yo le provocaba. De pronto, y sin entender muy bien el motivo, V se levantó abruptamente con una sonrisa para quedarse quieta, inmóvil, detenida en el tiempo frente a mí. No se alejaba ni se acercaba: Yo realmente me encontraba perdido ¿Qué diablos había hecho? ¿Qué pasó? ¿Qué hacía detenida frente a mí observándome sonriente? ¿Qué era lo que quería, y en ese preciso momento? Su rostro parecía esperar yo hiciese algo, pero yo no atinaba a descifrar qué. Aun en mi confusión, noté que su postura no era relajada, estaba de pie pero con las piernas flexionadas, como a punto de correr. Me levanté para cogerla y abrazarla y corrió unos pasos alrededor de la cama; lo intenté nuevamente y volvía a correr riéndose con coquetería. Por fin entendí y entablé la cacería.

Estoy de acuerdo con que muchas veces el instante previo, a veces de ternura y romance, a veces osado, a veces perverso, a veces lúdico como el que pretendía ella, es tan o más importante que el sexo en sí, ya que son esas circunstancias las que le dan al momento, aquella esencia que pueda romper una brecha de frialdad o monotonía dentro de todas las posturas humanamente posibles; pero el prólogo no puede exigir mayor espacio que el contenido. Era pues que pasado un tiempo, casi interminable, me era evidente el deficiente estado físico en que me encontraba, muy por debajo que el de ella: V iba al gimnasio, cosa que se reflejaba no solo en su formada anatomía sino en su despliegue físico. Empapados en sudor, ella venció deliberadamente su resistencia para dejarse, como presa, caer en la cama, lista, para que su depredador la abordase. Lástima, el depredador estaba con la lengua afuera y sus implementos naturales no querían saber nada del asunto.

¡Lo intenté! Pero pese a que era obvio de que su físico normalmente me era altamente degustativo, no pude, y Lázaro, pese a la orden divina, se quedó enclaustrado en su celda, recluido y vencido, ...muerto, sin ánimo de obedecer. La decepción por la desobediencia de Lázaro no fue solo mía; ella, tan abruptamente como cuando buscó que la cazara, se levantó con evidente molestia. "No te preocupes", me dijo indiferente, recogió su ropa del suelo y se fue directamente al baño, ofendida. No pasó mucho tiempo para que, en dura lucha con los deseos que ella despertaba, el cansancio cediera y dejase de ser un obstáculo para mí. Intenté abordarla en el baño mientras se maquillaba, pero V, aun sin vestirse, con un rotundo y reciclado "No te preocupes" acompañando su iracundo rostro, terminó por enterrar toda posibilidad, por lo menos, por esa noche.

Todo hombre ha pasado por eso, y si no, no se preocupen, van a pasar, a pesar de perderse en lujuria en cada una de sus sonrisas, ya sea por nervios, tensión, cansancio, por ser la primera vez, por el trabajo o por "exceso de ejercicio previo". Y es que tal vez el momento no sea como uno esperaba, como uno lo había planeado, pero es que eso es exactamente el romance, una aventura, no un libreto o guión que se derrumba cuando una línea no es respetada.

En otra ocasión, confieso, el impasse repitió su osadía, pero quien estuvo a mi lado en ese momento, con ternura, sensualidad y paciencia, supo convertirse en esa esencia que rompió la brecha que por ese instante atravesaba y que todos, de un lado y de otro, por distintos motivos también lo pasan. 

La solución nunca puede estar cerca, si no hay tolerancia e intención de entendimiento.






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3 Miradas :

el anónimo polémico dijo...

¿Y qué tiene que ver la falta de tolerancia con tu falta de físico? Se te murió tu compinche porque no sirves para nada y lógicamente la chick comprendió que así no le aguantabas ni un round y emprendió la retirada lógica y tú sales con que le faltó tolerancia, no jodas.

marco .....[Responde este comentario] dijo...

jajajaja, Polémico, después reinvindiqué mi buen nombre en lo más alto de la virilidad. A lo que apelo es a la tolerancia ante las diferentes circunstancias, ajenas al momento, que influyen, y muchas veces negativamente en el estado de los protagonistas ad portas de una relación y que se refleja de forma diferente en el desenvolvimiento de un hombre y una mujer.

Anónimo, no te preocupes, si aun no te pasa, ya te va a pasar.

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