A lo largo de mi existencia en el mundo virtual, que abarca, para ser sincero, sólo un poco más de un año, para cuando, para comentar en la bitácora de un pata tuve que abrir una cuenta, y consecuentemente, para tortura de quienes cruzan por aquí, decidí para un beneficio catártico ordenar algunas grafemas que deje mi limitado pensar al alcance de todos. Tal vez mi poco tino o mi poco desenvolvimiento cerebral, o simplemente las diferencias de criterio han provocado algunas justas; entretenidos debates algunos más ácidos que otros, y he sido merecedor de adjetivos como ignorante, presumido, verbigracia, pedante, presuntuoso, jactancioso, cerrado, necio, payaso, creído, pera de box, fregado, dulce (pensando que tenía diabetes); pero ninguno como en el último artículo en el que hablo de quienes atribuyen los acontecimientos que los condenan a su buena o mala fortuna, a conciencias externas como recursos que sirvan de respuestas a sus disyuntivas, por el que Bea, después de atribuirme "cualidades", en una descripción lúdica con características, tales como las de un hombrecito azul, risible pero insoportable y antipático que no para nunca de hablar, criticando todo, hablando mucho sin decir nada, incapaz de decir algo que valga la pena, transmitiendo una "extraña iluminación" a los pobres incautos que recién han salido del colegio, chicos que luego serán parte de su séquito como en un culto, que a la larga, sale volando debido a la patada que le pegan sus amigos, por pesado, y que, cuando cae, se le estrella un libro; ese que nunca lee y que sólo aparenta leerlo sólo por pose!! me ha galardonado con un Premio de su autoría que muestro con todo orgullo.

La verdad no sé si agradecer la molestia y el detalle por lo que el Premio significa, pero lejos de ponerme azul, lo recibo con una sonrisa practicamente tallada en mi rostro entendiendo que la altura del debate estuvo lejos de motivarla cual viento en su cabello: mide un poco más de un metro! jeje.