Japón, luego del inhumano bombardeo norteamericano sobre 2 ciudades civiles Hiroshima y Nagasaki en 1945, convivió con una realidad inerte en vida. Una atmósfera sombría y fría en la que deambulaban sobrevivientes desorientados, de cuerpos quemados y con los globos oculares reventados colgando sobre sus mejillas.
En 1959 Tatsumi Hijikata estrena su obra Kinjiki (Colores prohibidos) en un Festival de arte en Japón, basada en la novela homónima de Yukio Mishima, escandalizando a la comunidad artística nipona, acostumbrada a las formas occidentales de baile, que incluso expulsó al artista del mencionado certamen, dando inicio a una búsqueda, trastocados por las consecuencias del holocausto nuclear, de una nueva forma de representación, muda, del horror, el dolor, la muerte y la repulsión... como decía el padre de esta nueva forma de danza, la búsqueda de un nuevo cuerpo, la danza hacia la oscuridad... El Ankoku Butō...