Hace no muchos días, muy pocos en realidad, uno de los hombres más representativos de la libertad y la justicia dejó nuestro mundo, el ex presidente sudafricano Nelson Rolihlahla Mandela. Murió un grande y el mundo está de luto. Madiba es hoy símbolo de lucha por la igualdad, por el respeto a los derechos de todos, reconocido por simpatizantes y rivales, reconocido por personalidades y por gente de a pie, reconocido por políticos de derecha e izquierda. No es de extrañar que tras su muerte los medios y las redes sociales se hayan visto bombardeadas por muestras de cariño, respeto, reconocimiento y hasta devoción. Sin embargo a raíz de su fallecimiento, o mejor dicho, a raíz de su su pensamiento político, de su ideología, por ser un hombre de izquierda, por aquellos principios filosóficos que señalaron el camino que decidió cruzar, o tal vez por todo eso, es que circulan por la red, de un sector político bien definido de la población, diferentes artículos planteando o revelando una realidad alterna para su lucha y su accionar, más allá de que sus objetivos hayan trascendido a cualquier ideología ¿Qué hay de cierto entre las admiraciones y las condenas? ¿Dónde comienza el mito y termina el hombre?
"Ser libre no es solamente desamarrarse las propias cadenas, sino vivir en una forma que respete y mejore la libertad de los demás".
Nelson Rolihlahla Mandela
Fue el mismo Madiba que, consecuente, hizo pública su preocupación por su idealización, esa mala costumbre social de maquillar purgando errores y defectos convirtiendo al hombre en un objeto de devoción, en santo, en un ente impoluto. Imágenes de oropel que no explican ni sustentan el actuar del ser humano, y menos de alguien que ha agotado, incansable, toda posibilidad, toda opción, en busca de la justicia y la igualdad social para los "suyos", con lo amplio que a la larga le significó esa palabra: "Ser considerado como un santo que nunca fui, incluso si se define a un santo como un pecador que sigue intentándolo".
(Foto: business insider) |