directores

Recuerdo que de pequeño, cuando oía a mi hermano, Juan Carlos, musicólogo, tocar con su guitarra, él me explicaba cómo es que visualizaba el Magnificat en D mayor de Johann Sebastian Bach, para muchos el mejor músico de todos los tiempos, con lo que estoy enteramente de acuerdo, para poder entenderlo y disfrutarlo; era un escenario celestial de donde como un mosquito, volando travieso y fastidioso, recorría todo el ambiente donde, al centro, grato, se hallaba Dios, mientras distintos ángeles le cantaban en coro; el movimiento del mosquito iba al compás de los colores y el cromatismo de la exquisita pieza, como emulando al movimiento inquieto y delicado del clarinete; hoy, esa composición, oída por primera vez en navidad de 1723 es una de mis favoritas a la que habría ubicado en el playlist musical a la derecha del blog, para quien quiera saber lo que es música, la oiga...

Hace unos días conversando con Paulo, el mismo que me presentó el libro de Esther Vidal, me preguntó sobre la importancia de uno de esos viejitos que se ponen al frente de las orquestas moviendo los brazos con cierta comicidad mostrando, más que virtuosismo, una especie de tic malsano, con un palito en una de sus manos, como el del video de Bach, pensando inicialmente, que debido al profesionalismo de los integrantes, prácticamente, ese señor estaba sobrando o en el mejor de los casos, servía sólo para marcar el tiempo: un reloj epiléptico.





Nada más lejos de la realidad; el director de orquesta cumple una función similar al director de cine (profesión con la que la mayoría está familiarizada por la constancia de Hollywood y el Oscar en los medios): la de empastar todas las partes para que funcione, tanto rítmica como armónicamente en este caso; tal es su importancia que el buen desenvolvimiento de una orquesta, ya sea sinfónica o filarmónica, o una humilde orquesta de cámara, depende estrictamente de su director, a pesar de lo bueno que puedan ser los músicos que la integran. Es por eso, que la Sinfónica Nacional y muchas otras que he oído suenan un desastre comúnmente, sobretodo cuando por alguna razón marketera y desorejada, prestan un calante servicio a alguna banda comercial, sin que esto merme la calidad de sus integrantes, quienes se muestran realmente cuando algún director de peso toma la batuta.

Herbert Von Karajan, para muchos, el mejor Director en la interpretación de Bach