Círculo vicioso

La creación por sí misma, como acto distante a nuestras posibilidades, es un acto de alguien superior, ergo, únicamente por concepto la conclusión lógica es que el ente creador es un ente superior. El silogismo es claro y evidente. Las iglesias del mundo, más allá del objeto de devoción, le han dado a esta entidad una personalidad que circula dentro de lo que entendemos como la inteligencia absoluta, la bondad y la justicia, características que ¡claro! varían de acuerdo a la época y al lugar, conceptos tan altruistas son también muy diversos de acuerdo a los contextos. No podemos comparar, por ejemplo, la justicia parcializada y cruel del Antiguo Testamento con la del Nuevo, la justicia de las épocas del esclavo con la de la igualdad de razas, más allá de que aun queden rezagos. Entonces este ente es la suma, la imagen individual que rescata la personalidad de la que todos, hayamos muy convenientemente adjudicado con nuestra propia moral, punto de vista, principios o nuestras restricciones. El mismo ser visto con tantas variantes como puntos de vista hay y ha habido en el mundo. Aun sin saberlo, hay tantos Papa Lindo, como seres en todo el planeta desde la aparición de los primeros conceptos filosóficos.


En la actualidad, recibimos una propuesta eclesiástica de acuerdo a nuestros tiempos. La Biblia es interpretativa, no condenan el homosexualismo abiertamente, y Cristo es más humano que antes, en una hermenéutica cómoda y parcializada. Habría que recordar que años antes, esa misma Biblia no era interpretativa, sino que, por incongruencias con la ciencia y la moral globalizada, se vio forzada a maquillar los no tan actualizados conceptos y supuestos hechos de la época, habría que recordar que en la Biblia Yhavé quemó vivos a dos pueblos justamente por actividades homosexuales. Algunos dirán que creen en un Dios pero no en la Biblia, muy conveniente postura para tanta contradicción, cuando por sobretodo su concepto de ese Dios lo dicta la iglesia con su Nuevo Testamento, es decir, creen en un Dios cuya personalidad y principios están sustentados en la biblia pero no creen en el sustento del mismo.

El concepto de inicio de la humanidad por parte de Adán y Eva ha sido descartado hasta por la misma iglesia por lo risible que en estos tiempos resulta ser: En tiempos de su concepción no lo era. Por otra parte, hay indicios sustanciales para la teoría del Big Bang, que la misma Iglesia Apostólica Romana reconoce como una descripción del origen del Universo -por la compatibilidad con las vías de Santo Tomás de Aquino-, como el movimiento de las estrellas como esparciéndose de un sólo núcleo, o los residuos magnéticos que resta de una explosión y el espacio tiempo en torno a los Hoyos Negros, que son la compresión de energía por encima de la masa. Pero todo esto no deja de ser sólo y únicamente una teoría, pero la ausencia de certeza no es justificación para la apelación de mitos que se alejan aun más de la realidad que cualquiera de las teorías que se han barajado sobre la misma causa.

La respuesta de los creyentes para estas incongruencias siempre es la misma "Pero si no es Dios ¿Quién creó el universo? Alguien tiene que haberlo creado" limitando el concepto de haber a la acción de hacer y crear, a la consciencia y al acto inteligente como causal de vida y existencia. Sin embargo, la existencia de algo no se responde con un creador, lo que existe no necesariamente debe tener un hacedor inteligente debido a que, si la existencia de algo demuestra la existencia del creador y este existe, demostraría también la existencia de algo detrás y así sucesivamente. Nosotros y el mundo somos la consecuencia accidental de lo simple a lo complejo, un desarrollo, una evolución accidental, no la consecuencia de un plan inteligente. Hoy no hay respuesta para el origen del mundo, pero la ausencia de una respuesta a base de la razón y la lógica no se resuelve con el placebo de lo sobrenatural justamente porque está fuera de lo natural, a la imaginación de pueblos primitivos y subdesarrollados, sin las herramientas intelectuales que le permitan buscar más allá de los astros y el vacío la justificación de su existir. Cuando alguien no tiene la respuesta pues no la tiene y dice que no la tiene en vez de recurrir a cuentos imaginarios de quienes tenían menos posibilidades hallar respuestas que nosotros.

Por eso, Jean, amigo, te digo que no sé dónde comenzó todo, pero te aseguro que para que algo exista, no necesariamente tiene que tener un creador, sino, si todo lo que existe necesita tener un creador, y Dios existe, ¿Quién creó a Dios?, menudo círculo vicioso ¿no?