gato negro

No hace mucho, el 6 de febrero, estuve en el edificio larco apreciando la muestra teatral de los alumnos de Bruno Odar, donde mi pata, Dante, daba su examen final. Era una puesta en escena de tres actores, incluyéndolo, y un unipersonal que era el que más me llamaba la atención, no sólo porque le di una mano cuando nos reunimos en su casa para elaborar una propuesta para la prueba, entre tres Barenas que quedaron olvidadas en el calor de un rincón, sino, por el potencial de la historia que había él escogido; potencial para explotar las emociones humanas y la locura. Era el Gato Negro de Allan Poe, un tema muy rico que, sin llegar a las exageraciones típicas del teatro, exageraciones provocadas por las carencias de espacio y visión propias del género, podría desempolvar una muy buena propuesta actoral; "¡pero es teatroooo!", reclamaba Dante entre risas para cuando yo le ponía un alto en busca de mayor sutileza y realismo, "¡es muy exagerado! mucho teatro".

Hubo una escena, cuya creatividad era exclusivamente suya, en la que con una soga le quitaba la vida al gato. Buscó que darle una mezcla de placer y remordimiento a ese acto ¡Genial ¡Muy creativo! Lástima, la noche no concedió el tiempo suficiente que hubiésemos querido para trabajar y un encuentro fallido a los 2 días me impidió apoyarlo como hubiese querido. Habíamos tenido un muy buen resultado hasta donde habíamos llegado, trabajó después solo y alternando con J, otro actor de su taller y con la obvia y obligada asesoría de Bruno.

El día de la muestra presté bastante atención a su propuesta; ya he trabajado con él, y es obvia su pasión y entrega. No me quedé mucho tiempo, todas las obras escogidas fueron de lenguaje difícil y extenso volviéndose pesadas cuando no se condensaba bien en el unipersonal: La mayoría fueron así, pesadas, sin desmerecer la calidad de los chicos que se mostraron, pero no me cabe duda que la mejor exposición actoral de ese día, hasta donde vi, por escoger la obra correcta, por entenderla, darle forma e interpretarla creativamente sin que mi amistad con él influencia en mi visión, fue la de Dante sin duda, un abrazo maldito.