Como lo había dicho anteriormente en otro artículo, las estrategias tipo SIN que abundan dentro de la variada gama de herramientas de las que se valen las féminas para inducir un mayor deseo en el macho alfa escogido, no son precisamente motivadoras y menos aun entendibles. Son, en su máximo logro, un ocaso impuesto a, tal vez, un inicial interés por ella o un aletargado tránsito lleno de semáforos en rojo que convierten un camino directo e iluminado en kilómetros de oscuridad sin el brillo de una certeza que te guíe para poder llegar finalmente a una conclusión feliz para la caza sin las estresantes estrelladas que el mortal común, ante la natural incomprensión, comete.
-- Vamos a llegar tarde -- Decía V, ante mi tardanza.
-- Aun estamos a tiempo, además tus patas te van a esperar.
-- Eso espero, pero y ¿Cómo me regreso?
-- Nos regresamos juntos
-- ¡Ja! pero si por ahí te ligas con alguna flaca, me vas a dejar abandonada
-- No, para nada. Pase o no pase nada, igual me regreso contigo.
-- ¿En serio?
-- Sí, claro, fuimos juntos y nos regresamos juntos
-- ¡Conste!
-- Dalo por hecho
Noche corta con una botella de cerveza en mano. Algunas gotas de sudor recorren mis mejillas mezcladas con el humo del tabaco y el olor a alcohol. El ritmo que en forma de decibeles se filtra y te aturde tanto como la falta de confianza impide al trago apoderarse de tu ser para descubrir a ese mortal a veces más natural, a veces más odioso que, como una puesta del nórdico Loki se convierte en un arlequín desenfadado...