El escenario que los medios esbozan tras la primera vuelta es una suerte de fantasmas de destinos oscuros en la que el ciudadano deberá escoger una vía crucis menos kafkiana, menos sibilina, menos tortuosa, con el fin de sobrevivir. La derecha, para variar, se ha eliminado sola y la tísica luz que asomaba para sus creyentes expiró antes de su fecha de caducación y no hay resurrección que valga. De sus 4 candidatos (como dice Hildebrandt "cuatro variaciones de la misma melodía"), sólo uno quedó en pie, la peor para la mayoría. Es pues que quienes representaron a la derecha en estas elecciones han enrumbado campañas sólo comparables a la pericia con la que han gobernado el Perú desde que es república.
Quien tuvo mayor posibilidad de estar entre los protagonistas de esta segunda vuelta fue sin duda Pedro Pablo kuczynski, cuya candidatura parece inicialmente no haber tenido miras presidenciales sino mermar los votos de Toledo hasta que conseguió una postura significativa en el electorado, momento en que los fines cambiaron, pero PPK, en una campaña torpe y acartonada, entre las diatribas y sofismas que esputaba a sus contendores en idas y venidas por la membresía diestra y las populistas ofertas con tendencias a beneficiar a entes extranjeros con el patrimonio nacional, pretendió despojarse en meses de la aterciopelada imagen de tecnócrata foráneo con una taza de té en la mano y la bandera norteamericana en la otra, imagen con la que tuvo en manos los votos de acandilados y obnubilados jóvenes -algunos no tan jóvenes- de espíritu miraflorino, sin necesidades políticas, ávidos por un elegante y buen profesional que luzca bien en las fotos de los mandatarios y de quienes sólo siguen, cual rebaño, los balidos de los demás y los medios ¿Cuántos de ellos habrán comparado entre los planes de gobierno? ¿Cuántos siquiera los habrán leído? ¿Acaso no son los mismos que llamaban a Vargas Llosa, sin tener idea de por qué ganó un Nobel, "el presidente de lujo que el Perú perdió por ignorante" y que hoy lo apartan por elegir a un cobrizo de sombras coloradas? Hoy Varguitas ya no es de las Casuarinas. Pretendió PPK entonces, dado que esos votos no eran suficientes, sumergirse en el lodo, cambiarse el terno por la música de Tongo, el verbo pausado y accidentado por la auscultación dactilar de sus genitales por una "improvisada" y bien pagada caserita de Laura Bosso, y por último intentó reemplazar su desgastada anatomía por un lúdico muñeco más gastado por el Banco de Crédito. Todo esto para conquistar los votos de aquellos que exigen ver, rozar, aunque sea oler el auge económico que con cinismo los medios lo refriegan en el rostro. Con toda esa campaña, emprendida pese a que ninguno de esos artilugios por historia han funcionado en el Perú, se estancó, como era evidente, en un tercer lugar tras quienes se mantuvieron sólo exponiendo sus intenciones para con el sillón presidencial, mientras su alianza se desbarataba viéndose saltar a cada uno de sus miembros para no ahogarse en el barco. PPK pudo haber conseguido más; no lo hizo por méritos propios.