En agosto recuerdo haber publicado un artículo al que titulé la rana vs. el papa, en la que una disputa sobre el alcance de la libertad y la irreverencia para crear arte se enfrentaba nuevamente con la susceptibilidad de quienes merman tal derecho alegando ofensas; el papa Benedicto XVI habría dado el grito al cielo ante la exposición en un museo al norte de Italia de una escultura de una rana verde crucificada, cosa que al parecer no tuvo ninguna repercusión y la ranita "Zuerst die Fuesse", se mantuvo firme en el escenario para el disgusto papal.
Estábamos a punto de cruzar la Javier Prado; el calorcito dentro del auto nos protegía del tortuoso frío limeño cuando entre risas entre una pareja de amigos y yo, me preguntó la esposa...
-- Gato, no te molestaría que hablen de cómo tienen sexo tus padres?
Siempre he pensado que una manera de desligar la imagen sacra e inviolable de una persona o personalidad es traerlo a lo mundano, a lo cotidiano y a lo normal; es común el no poder concebir a nuestros padres en un acto que por tabúes y una educación vertical, nos parece sucio y alejado de ellos inconscientemente en vez de verlo como algo natural y humano, tan humano como los errores y defectos que acostumbramos arrancar de la imagen de quien nos resulte de ejemplo. Es inconcebible, por ejemplo, pensar en un Cristo teniendo sexo, o los padres de uno disfrutándolo, masturbándose, sexo oral o lo que sea!; por lo tanto también es inconcebible atribuirles algún mundano error, tan humano y tan natural; es por eso, por esos prejuicios, por lo que nos es tan difícil analizarlos o juzgarlos con imparcialidad.
Concebir en Lima a un Cristo, siempre tan plastico y dudosamente blanco, esta vez negro, con fusiles a los costados en alusión a su tormento; a un San Martín de Porres con más calle, con un “sí se puede” como lema; a una Sta Rosa de Lima sin sus autoflagelos y con más satisfacción que nunca, gritando "no se gana pero se goza"; y a una Sarita Colonia con el sentir de sus choferes de ambiente chicha, "Acelera nomás, yo guío", pertenecientes a la exposición artística de Cristina Planas en la galería de arte Vértice de San Isidro, puede ser, más allá de un análisis a su arte y a lo que expresa, algo ofensivo para una sociedad tan vertical, cucufata y encasillada a pecar a oscuras y a sabiendas de todos.
La exposición La migración de los santos, de Cristina Planas, terminó antes de lo esperado debido a que la municipalidad de San Isidro decidió clausurar la Galería Vértice donde se realizaba la muestra por, según la versión oficial, no contar con una licencia para funcionar como galería; ésto, después de 3 semanas del inicio de la muestra, la cual soportó una serie de protestas por parte de los vecinos del mencionado distrito y algunos representantes de la Iglesia Católica y a tan sólo 2 días de su final.
Lamentable descartar una obra por segundas y no por su contexto; es pues que es extraña la eficacia administrativa de algunas autoridades que tardan 3 semanas de protesta cristiana. sospechosa actitud que deja cierta satisfacción a ambas partes, una porque su protesta, aunque tarde, resultó en la abolición de la ofensa y otra porque el cierre fue a 2 días de su culminación, ...muñeca política?; La razón del cierre será en verdad la falta de licencia?: qué conveniente descubrimiento burocrático ante la presión civil!; a veces los motivos de una acción no necesariamente son las de conocimiento público: como siempre, la Iglesia de Darwin aun se mantiene en nuestras sangres; la fe en nuestras artes.
Un reclamo, totalmente justo de M. Isabel, me obliga a corregir mi desliz y mencionar que cada una de las fotos que hallé en Internet y que incluyo en este artículo fueron de su autoría y que ella los publica en su blog Palabras Van y Vienen (II), en su artículo Cristina Planas: “Todos somos unos migrantes”, con las disculpas del caso.