Había dejado Europa por los Estados Unidos de América y en casa de Charlotte, después de haberle alquilado una habitación, contraen nupcias, convirtiéndose en su esposo y en padre de Lolita, de 12 años. Al poco tiempo, Charlotte encuentra el diario de su nuevo marido, lleno de confesiones acerca de sus deseos sexuales para con la niña y su desengaño con su nueva mujer; ella, confundida, encolerizada e impotente, huye de su casa para ser atropellada fuera de esta. Lolita y él habían quedado solos y emprenden un viaje por todo el país, de motel en motel, como padre e hija ante las miradas ajenas, como amantes en la intimidad de la soledad. El comportamiento ambiguo de padre protector y amante obsesionado terminan por exasperar a Lolita quien lo abandona para vivir a lado de un artista en Alaska.
Lolita, peculiar nombre con el que solemos en muchos lugares del planeta, adjudicar a esas jóvenes chicas a quienes tildamos de alocadas, de fáciles y de poca moral, "esas lolas!", justamente gracias a la novela de 1955 del escritor ruso nacionalizado norteamericano Vladimir Nabokov, Lolita, con la que se hizo famoso, llevada luego, a la pantalla grande por Stanley Kubrick en 1962, protagonizada por James Mason y Sue Lyon, con la participación de Peter Sellers en el papel de Clare Quilty; y luego en 1997 por Adrian Lyne, la más recordada, protagonizada por la guapa Dominique Swain, Jeremy Irons y Melanie Griffith, en la que aborda el tema de la hebefilia, para muchos confundida por la paidofilia, el complejo Lolita...