Revelaciones
Por muchos años, a pesar de haber sido alumno de un colegio parroquial católico, he estado cegado; caminé engañado por las sendas de la incredulidad y me sumergí en lo más hondo de la miseria humana, entre las torcidas propuestas de algún saber y mi obtusa y vertical necedad de ver la realidad, no como cuando la luz de la deidad, generosa, nos ilumina en una suerte de verdad revelada en el verbo, sino en una hermenéutica, cómoda y calumniadora: el ateísmo. Hoy, regocijado, he visto la luz y me habré convertido, cuando el ocaso llegue a mi ventana, en una nueva mirada crepuscular, en un renacer que escribirá en mí, como en un instrumento sin partitura, como en un lienzo intelectualmente virginal, su etérea voluntad; hará del resto de mi vida nuevas páginas de luz y verdad.
Hoy, soy hombre de Fe, hoy creo que las tan publicitadas, hostigantes y aplastantes teorías de la evolución sostenidas en un principio por Bonnet, Darwin y tantos otros, y que, junto con otras pruebas científicas, derrumban irremediablemente la creencia en cualquier teoría de diseño inteligente, es decir, la propuesta que afirma la responsabilidad de un ser para la creación de todo lo existente, son la consecuencia de un estudio sobre realidades que nuestra misma divinidad, adrede, puso en nuestra vida, para confundirnos, para probar nuestra fe...