Las palabras engrosadas y de color amarillo dentro de cada artículo son enlaces a fuentes, videos y/o a otras páginas.
Basta con hacer un click sobre ellas.

Espero disfruten su visita.





domingo, 28 de febrero de 2010

conciertos en lima: balar leyendas



Desde muy chico aprendí que no es bueno rendir honores ni pleitesía, ni abrumarse ante el brillo ciego de luces en las que otros se hallan sumergidos, sin cuestionarse primero la autenticidad del origen de aquella deidad y de su resplandor. Resplandor que como metástasis social engendra rendidos fieles, pero no por propios méritos, sino por la avasalladora y psicodélica máquina de la publicidad (a veces accidental) y las circunstancias que convierten al hombre en leyenda, al ser humano en dios, haciendo de lo simple y rutinario, algo grande e inalcanzable...




Ya había oído hablar de la leyenda; sin embargo esa mañana fui bombardeado, sin compasión, durante la salida del colegio. Bombardeado de reclamos e indignaciones de quienes habían reconocido al genio, entre corcheas y fusas. Dos de mis compañeros de aula de cuarto año de secundaria, me reclamaban el por qué no había escuchado el virtuosismo y la genialidad plasmadas en la inspiración de Jim Morrison y su banda The Doors. Sorprendidos e indignados por mi ignorancia musical, los colocaban en su merecido sitial, a lado de otras buenas e influyentes bandas e intérpretes como Led Zeppelin, o Janis Joplin ¿Cómo es que yo no había atestiguado la destreza de Ray Manzarek en los teclados o la fuerza y el sentimiento de Morrison? Clamaban.

Mi hermano, Juan Carlos, quien ya cursaba varios años de estudios, de música, en el Conservatorio Nacional de Música, había pertenecido y era parte de distintas bandas de rock, jazz y otros géneros, y también había dirigido la sinfónica nacional, por extraño que parezca, así como yo, tampoco había oído una sola pieza musical de Doors; sólo había oído hablar de la banda. Así, intrigados y entusiasmados, decidimos, pacientes, esperar la transmisión del hoy fenecido programa musical que transmitían por la televisión nacional en aquella época,
Disco Club (hoy, Blog de el diario el Comercio); conducido en diferentes temporadas por Gerardo Manuel y Gerardo Manuel Jr., y que para buena suerte, o mala en todo caso, había anunciado para esa noche, un especial de aquella banda de la que tanto habíamos tenido referencias y halagos. Eran las siete de la noche, y mi hermano estaba acostado en el sofá mirando el televisor. Yo, como me era habitual, estaba echado en el suelo, con la espalda en el piso y las piernas levantadas y apoyadas sobre el mueble del equipo de sonido ¡Estábamos listos para sucumbir ante la genialidad! No podía ser gratuito que tanta gente los venerada. Habíamos dispuesto nuestras velas para otra deidad musical. De pronto, después de la presentación del conductor, comenzó el show. Un video antiguo, de los `70, cabellera larga y hippie, camisas de cuellos grandes, todo el ambiente mísitco de Zeppelin, Yes, The Who, y otras grandes bandas, se adueñaban de ese escenario. Comenzó el primer tema, y Juan Carlos y yo nos mirábamos de rato en rato, inexpresivos, obnubilados. 

Al finalizar la tan esperada canción, ambos nos miramos en silencio por unos largos segundos, y como leyéndonos la mente soltamos una carcajada al unísono que no paró hasta el siguiente tema "¡No! ¡No puede ser!" decía él aún sin digerir lo que habíamos experimentado, "¡Tal vez otro tema! ¡Tanto me han hablado de este grupo...!". Sin embargo las piezas siguientes, no sólo que no mermaban la primera impresión, sino que la corroboraban. Nos era sorprendente que, por ejemplo, Manzarek en una posición fetal y con unas escalas tan básicas, haya provocado tanto apasionamiento ¿Dónde estaba la genialidad? ¿Dónde estaba la osadía y la innovación, la diferencia para con cualquier otra banda popular? 

Pese a toda la imagen de la que gozaba este grupo como una gran banda de rock clásico, su armonía era mediocre y limitada. Por más que intentamos rescatar las pocas virtudes, el envolvente fantasma publicitario y el impacto social de una época innovadora que había creado a la leyenda, no nos había alcanzado: Doors no nos era una gran expresión del rock; no nos era más que una Nueva Ola, con las limitaciones que ella significa, con más fustón y bulla: Solo y nada más que un Leo Dan pelucón ¡Saludos Jimmy Santi!

Richard, mi sobrino, vivía a dos cuadras de mi casa, en Lince, y acababa de comprar una guitarra, aventurándose por propias motivaciones al mundo de la música. Él intentaba aprender y desenvolverse dentro de las piezas de los que él consideraba estrellas inalcanzables: Leyendas. Para esa tarde, había yo acordado en ir a su casa a eso de las tres. Me había pedido le enseñe algo de lo poco que podía saber en ese arte. Seguro había sido rechazado por mejores ejemplos por lo que, ante el impasse, decidió recurrir a mí. Lo que él quería, para ser específico, no era que le enseñe armonía sino que sacase los acordes de un tema al que consideraba, ejemplo de virtuosismo, complejidad y grandeza musical, para luego enseñárselos.

Llegué temprano y con un vaso de refresco y su entusiasmo como bastión de emociones, me puso en un pequeño tocacassette la grandiosa pieza a desmenuzar: Era One, de Metallica, banda que para esa época tampoco había oído antes, al menos no con atención. La cinta no era original, tenía ruído y no era de las mejores copias, sin embargo podían entenderse los acordes. La verdad, inicialmente me pareció tener cierta dificultad, sobretodo por los adornos, tricillos y comas de la guitarra principal con cierto tono barroco, con asíncopas que variaban de 4/4 a 3/4, parecía prometedor. --¡Voy a tener días aquí!-- pensaba yo (Lo que sucede es que no suelo ser muy diestro al sacar canciones en muchas ocasiones, más aun en esos años aun púberes: Depende de mi estado de ánimo. Muchas veces cuanto más pretendo sacar un tema más difícil me es).

Sin embargo, mientras avanzaba, la simpleza se evidenciaba y cada vez notaba que su base armónica era de lo más sencilla y aburrida (aparte la insipiente melodía la empeoraba). Había acabado en un poco menos de 10 minutos, casi a la par de la duración de la canción (siete y tantos minutos). Mi madre quedó sorprendida por mi antelado regreso. Había pedido permiso por horas, previniendo la dificultad de tamaño reto, pero no era tal. Sólo era un tema aburrido y soso, magnificado por la publicidad de quienes ganan dinero con sus ventas, o por el espíritu rebelde que proyectan en aquellos que pese a algún conocimiento musical, se rinden ante la imagen imponente de una leyenda; y sobretodo, por aquellos que no tienen la menor idea de música pero que balan, siguiendo el ritmo de los pasos de otros como él, algunas veces con el único y fundamental deseo de pertenecer y ser aceptado por un grupo social. One, al menos, no era el mejor ejemplo de la banda.

Lima se ha abierto a hartas posibilidades. Hoy en día es tomada en cuenta por aquellas estrellas, mereciéndolo o no, que son noticia y atrae a muchas personas, para incluirnos dentro de sus giras. Han circulado por Lima bandas y solistas famosos y adinerados, pero muchos tan limitados y mediocres musicalmente como Depeche Mode, Oasis, Pet Shop Boys, Jonas Brothers, Il Divo, Calamaro, Hombres G, Cranberries, como también bandas que priorizan lo mecánico antes que lo intelectual, en una suerte de velocidad atlética dactilar por encima de una riqueza armónica (es como valorar a alguien que suma rapidísimo 2+2 por encima de alguien que resuelve problemas aritméticos), tales como Metallica, Iron Maiden (aun con Hammett, alumno de Joe Satriani), y Megadeth.

También en Lima llegaron otras bandas como la ecuatoriana Muscaria, con cuyo cantante debatí, entre otras personas, por invitación de mi amiga Silvi,  acerca de conceptos musicales, pero eso es otro tema. También han llegado a la capital Bandas que pese a no merecer tanto alboroto, son dignamente oíbles (al menos un par de temas), como Kiss, Faith No More, Fabulosos Cadillacs, Beyonce, James Blunt, e interesantes o grandes exponentes como Peter Gabriel, Joe Satriani, Ruben Blades, Juan Luis Guerra, Charly García (que por suerte no se quedó dormido en pleno concierto), Lerner, Nito Mestre, Fito Paez y Mercedes Soza, quien lamentáblemente falleció hace no mucho. En algún momento también se presentaron los inmensos Yes, Wakeman de manera individual, Chick Corea, y en un futuro próximo una muy buena banda Dream Teather.

Lo bueno de ésto es que, al convertirse Lima en un mercado a tomar en cuenta para los conciertos y giras, no sólo llegarán bandas o intérpretes cuyo mayor valor es el lucrativo antes que el artístico, sino que también promete artistas que se toman en serio su profesión musical, más allá de una imagen de portada. Toda rosa viene con espina.






votar
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...
 
Logo Designer Ir Arriba