El espacio siempre despertó en el hombre curiosidad, desde que apareció, desde que como Homo Sapiens levantó la mirada al cielo, hasta nuestros días. El hombre ha buscado respuestas en su imaginación y su poco conocimiento acerca de lo que le era tan lejano y temible, una cúpula de focos, hogar de dioses, ornamento para la tierra, en esa época el centro del mundo. En algunos casos, sabiendo algunos pocos, lo errados que estaban, o en todo caso indiferentes, mantuvieron las míticas teorías a la masa para conservar la seguridad y el poder; es pues que las falsas verdades y las mentiras han sido herramientas y armas muy bien usadas para la política, la guerra y hasta en el romance. Fujimori por ejemplo, manipuló la prensa y las noticias para su permanencia en el poder; la URSS, magnificaba el valor y destreza de sus combatientes más de lo posible en plena segunda guerra mundial, para intimidar a los Nazis, la muerte de Kennedy abría las puertas el regreso y permanencia de la Guerra con Vietnam, asegurando dantescos ingresos económicos para cierto sector, el sistema de defensa espacial contra misiles estadounidense fue alterado para verse mejor de lo que realmente era, las leyendas antiguas enervaban la fuerza de sus héroes hasta virtudes sobre humanas para espantar enemigos, mantener a su gente tranquila y asegurar la obediencia y el poder.
El 2001 se realizó un documental dudando de la veracidad de la llegada del Apolo 11 a la luna, llamado "La Conspiración más grande de todos los tiempos - Algo extraño pasó en la Luna", escrita, producida y dirigida por Bart Winfield Sibrel, sustentando su incredulidad en ciertos suspicaces detalles que salieron a la luz después de la era Nixon, tales como la iluminación multidireccional en las fotos de tan magnífico evento; el receloso y estricto manejo de su transmisión sin cobertura independiente tan atípico en tales eventos; las dificultades actuales de repetir la hazaña, de lograr lo que hace casi 40 años se pudo sin contratiempo alguno, con mucho menos tecnología y conocimientos al respecto; y por sobre todo, la reciente certeza total del alcance del Cinturón de Van Allen, una capa radiactiva, descubierta en 1958 por el físico James Van Allen, dividida en 2 fajas de partículas cargadas e interpoladas que nos rodea a 1000 millas de altitud de la superficie terrestre y que traspasa todas las medidas de seguridad, tanto de la nave como de sus tripulantes, aun con la tecnología que hoy, julio del 2008, los norteamericanos tienen, afectando profundamente la vida de quien estuviese a bordo durante hora y media que duraría traspasarlo, como en la misión de 1998, casi 30 años después, en la que a pesar de mantener una distancia considerable al Cinturón, se elevó a 350 millas siendo una de las misiones con tripulación que más alto llegó, aparte del Apolo 11, afectada por dicho fenómeno que provocó daños en los equipos, y en la salud de los astronautas y su vista.
El 2001 se realizó un documental dudando de la veracidad de la llegada del Apolo 11 a la luna, llamado "La Conspiración más grande de todos los tiempos - Algo extraño pasó en la Luna", escrita, producida y dirigida por Bart Winfield Sibrel, sustentando su incredulidad en ciertos suspicaces detalles que salieron a la luz después de la era Nixon, tales como la iluminación multidireccional en las fotos de tan magnífico evento; el receloso y estricto manejo de su transmisión sin cobertura independiente tan atípico en tales eventos; las dificultades actuales de repetir la hazaña, de lograr lo que hace casi 40 años se pudo sin contratiempo alguno, con mucho menos tecnología y conocimientos al respecto; y por sobre todo, la reciente certeza total del alcance del Cinturón de Van Allen, una capa radiactiva, descubierta en 1958 por el físico James Van Allen, dividida en 2 fajas de partículas cargadas e interpoladas que nos rodea a 1000 millas de altitud de la superficie terrestre y que traspasa todas las medidas de seguridad, tanto de la nave como de sus tripulantes, aun con la tecnología que hoy, julio del 2008, los norteamericanos tienen, afectando profundamente la vida de quien estuviese a bordo durante hora y media que duraría traspasarlo, como en la misión de 1998, casi 30 años después, en la que a pesar de mantener una distancia considerable al Cinturón, se elevó a 350 millas siendo una de las misiones con tripulación que más alto llegó, aparte del Apolo 11, afectada por dicho fenómeno que provocó daños en los equipos, y en la salud de los astronautas y su vista.
Como dice Juan, La verdad os hará libres.
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