Retomando el tema oscuro que rodea la muerte y frustrada resurrección de quien, por temor a sus amenazas, fue prohibida por las autoridades a alojarse bajo tierras anglas y sentenciada a buscar hogar para sus cenizas por todo el globo recibiendo negativas en cada puerto que cruzaba hasta llegar a Pisco en donde descansa hasta hoy, así la sacudan el firmamento con 7 grados Richter, la acusada de brujería, Sarah Ellen, quien nació el 6 de marzo de 1872 en Blackburn, en una familia de cómoda posición y según dicen, normal; se casó con J. P. Roberts y por alguna razón los vecinos asumieron que practicaba la magia negra y la brujería; la acusaron y fue ajusticiada por ellos mismos, el 9 de junio de 1913, mientras ella, soberbia y llena de rabia e impotencia exclamaba a manera de maldición la promesa de volver a los 100 años después de su muerte para vengarse de los descendientes de sus asesinos, cuando aun le quedaba algo de aliento. Ante esta maldición, los vecinos y las autoridades de la época desterraron al marido y su difunta esposa fuera de Inglaterra, pero la fama los alcanzó siendo negada su visita a cual puerto llegase hasta1917, que en el Perú, en la ciudad de Pisco, en el cementerio de la “Beneficencia Pública”, logra darle santo sepulcro.
Con el paso del tiempo y la creciente fama de la desafortunada Sarah, se le ha adjudicado también, ser una de las concubinas del patriarca de la noche, el conde Drácula, personaje de ficción creado por Abraham Stoker allá por el año 1897, escritor irlandés inmortalizado por la adaptación a la novela de Vlad Draculea, Príncipe de Valaquia, nacido el 8 de noviembre de 1431 en Sighisoara, Transilvania, hoy parte de Rumanía, quien serviría de inspiración para el oscuro personaje gótico. Vlad III era llamado Draculea por la orden del Dragón a la que pertenecía (hijo de Dracul), por designio de Segismundo de Luxemburgo, Rey por ese entonces de las tierras de Alemania, Bohemia y Hungría; pero dado, que en la fonética rumana no existe referencias al dragón, pasó a ser identificado como Demonio, ya que el término Húngaro, Drac, fonéticamente guarda semejanza con la traducción de Demonio en Rumano, Dracul. Vlad se hizo famoso por tres cosas: por su increíble arrojo y valentía, ya que varias veces había luchado en inferioridad numérica con un ejército de sólo 300 hombres contra grandes ejércitos, como el Turco, de 120.000 hombres, en la que murió el 14 de septiembre de 1476, cerca de Bucarest; por su implacable sentido de la justicia y de patriotismo con la que siempre veló por los intereses de su patria por encima de todo; y finalmente, por su extraordinaria crueldad, capaz de llamar la atención incluso en esos, tiempos sangrientos, ganándose el apodo de Vlad Tepes, Vlad, el Empalador, ya que era su método de castigo predilecto, una técnica de tortura y ejecución que consiste en introducir un palo de aproximadamente 3.50 m. de largo sin punta, asegurando así un mayor sufrimiento en la víctima, por el ano o la vagina hasta la boca o el hombro, fijarlo a la carne con un clavo y después levantarlo para que la víctima muera allí lentamente, entre dolores atroces: Al menos cien mil personas, murieron de esta manera a manos de los hombres del Empalador durante los siete años que duraron sus sucesivos reinados: enemigos, traidores, delincuentes y sus familias, incluyendo bebés, y a elementos de su propia milicia que "merecían" ser castigados.
Vlad III de Valaquia, Tepes
Nikolaus Modrussa, delegado papal en la corte húngara lo describió: "No era muy alto, pero sí corpulento y musculoso; su apariencia era fría e inspiraba cierto espanto, de nariz aguileña, fosas nasales dilatadas, un rostro rojizo y delgado y unas pestañas muy largas que daban sombra a unos grandes ojos grises y bien abiertos; las cejas negras y tupidas le daban aspecto amenazador. Llevaba bigote, y sus pómulos sobresalientes hacían que su rostro pareciera aún más enérgico. Una cerviz de toro le ceñía la cabeza, de la que colgaba sobre unas anchas espaldas una ensortijada melena negra."
Magistral personificación de Gary Oldman como el Conde
En el cine fueron varios quienes quisieron plasmar el perfil del oscuro conde en pantalla; con el paso del tiempo el personaje sufrió varios cambios hasta la última puesta en escena de Francis Ford Coppola, quien recuperando gran parte de la obra original, dejando de lado tanto artilugio añadido por otros filmes anteriores y el aspecto elegante y sombrío del músico Franz Liszt, de quien Bram Stoker se basó para dar una imagen a su personaje, llega a construir magistralmente a un Drácula más creíble encarnado en el virtuoso y genial Gary Oldman, en un contexto que llena los vacíos que dejó Stoker en la relación de Drácula con Mina; un comienzo genial, inteligente y crudo, mezclándose luego en una suerte de drama, dulce romance y dolor; una genial puesta en escena que cuenta además con el maestro, Anthony Hopkins, Winona Ryder y Keanu Reeves. El filme recibió 3 Oscar, ganó 8 premios más y 12 nominaciones: Brillante!.
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que alucinante, no sabia que dracula era real
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