Todos los que alguna vez hemos probado alcohol hemos tenido por lo menos una vez de exceso, tal vez la primera vez que tomamos en la adolescencia creyéndonos capaz de soportar cantidades industriales, o cuando necesitamos perder en algo la mesura y esa vocesita que grita al oído, cual conciencia vertical: "...y si dice que no???!!!, ...y si dice que no?!!!!," para poder atacar con valentía y soltura alguna presa fémina, o como cuando quisimos ser el alma de la fiesta, o como cuando queremos olvidar alguna amargura que se cuela en la sangre directamente al cerebro para alojarse ahí y mantenerse perenne en la memoria, pero sobretodo como aquellos, que usan el licor como una constante para ver en su espejo una sonrisa ya que para el resto del día solo queda una turbia y depresiva mirada. Yo, al igual que todos los varones de mi familia tenemos poca tolerancia al alcohol por lo que nuestras ansiedades no son satisfechas mediante su uso; sin embargo en pocas y moderadas ocasiones he bebido y me excedido en algunas pocas; sucede que cierta vez, en Iquitos, un domingo de esos en que las calles estaban plenamente vacías, había recién acabado un trabajo a eso de las 3 o 4pm, cuando al salir de mi oficina, me crucé con un pata que venía de una reunión, Paco, quien audaz y sigilosamente me dio información relevante, "tengo una botella de ron que me ha sobrado!"; con algo de temor accedí, temor generado por no haber almorzado, cosa que incrementaría mis espectáculos resacales. Decidimos mantenernos donde estábamos como base de control en la Sgto. Lores, frente al Colegio Sagrado Corazón, naturalmente vacío como la ciudad; al frente la china Yérika y Magaly, reunidas en el centro de trabajo de la primera, prestas a participar, por lo menos de público, se acercaban de vez en cuando para conversar un poco; una vez acabado el licor, la importancia a la ausencia de alimento, como arte de magia, desapareció!!, después de la segunda botella me encontraba solo, cual borracho de bar de callejón, sentado en la acera, negándome a mayor inserción de licor en mi organismo, frente a la moto que Paco había dejado a un costado del motocarro donde él y Magaly continuaban bebiendo y conversando, mientras la china se mantenía al frente, trabajando. Las 8 de la noche y la ciudad parecía revivir; los parroquianos salían de la Matriz, iglesia principal del distrito, y circulaban a pie rumbo a sus respectivos hogares; un buen número escogía como camino la Sgto. Lores, pero en medio de la cuadra 3, las familias y ancianas que habían dejado su vista, minutos atrás, puestas en la figura del señor y sus milagros, se golpeaban el pecho y persignaban ante un espectáculo bochornoso y patético: un joven se mantenía sentado en la acera mientras adornaba generosamente las llantas de una moto con todo lo que su digestión no pudo procesar dejando al vehículo en una suerte de arte pizzero de muy mal gusto y fermentado. De estos bochornosos espectáculos tengo sólo 2 en la ciudad de Iquitos; la otra ocasión, ya la contaré más adelante.
Por otro lado, en algunas personas, la resaca consecuente, significa el olvido total de sus actos cuando su anatomía era fiel vehículo de licor; cosa que en algunos casos pueden ser muy convenientes, pero en otras definitivamente no lo son. Vean estos 3 divertidos Spots para tv para distintas cervecerías, que tocan el tema de la resaca, es divertida y espero, nadie se identifique con ellas, ...je.
2 Miradas :
jaojaojaojao que tal buitreeeee!
LOS COMERCIALES ESTAN BUENAZOS, UN CAGUE DE RISA, LAS SITUACIONES SON UN POCO EXAGERADAS PERO SI PASAN ALGO ASI. MUY BUENA AH
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