Era una de esas noches en las que habíamos quedado con el personal del programa de Tv que produciamos en Iquitos,
5 sentidos, en ver una película en casa de mi hermano y analizarla al final de ésta. Es pues, que era una práctica con la idea de, a falta de orientación profesional, instruirlos en el análisis del desarrollo de la historia, los perfiles de los personajes, la dirección, la fotografía, la actuación, musicalización, etc... como parte de un proyecto audiovisual. El filme elegido para esa noche fue
Amadeus de
Milos Forman, con las actuaciones de un memorable
Tom Hulce como el músico austriaco, el genial
F. Murray Abraham como Antonio Salieri y
Jeffrey Jones en un divertido y desorejado José II el emperador; ganadora de 8 oscars, impecablemente realizada. La historia se desarrolla desde el punto de vista del músico de la corte de Vienna, Salieri, quien iniciaba el film con una cruda confesión, se autoproclamaba como el asesino de Mozart. En lo personal, no era la primera vez que la veía, y siempre con las mismas emociones. Es una de mis predilectas.
Hubieron dos hechos que hicieron de este momento ...único. La intervención de dos de las chicas.
En cierta escena, Amadeus, afectado tremendamente por el fallecimiento de su padre es expuesto, en su cordura, frente a la presencia de un desconocido emisario quien le encarga la composición de un réquiem. Sucede que al caer la noche, mientras wolfgang escribe una misa obligado por una austera situación, es que se escucha a alguien tocar la puerta haciéndolo levantarse con temor, sosteniendo el candelabro lleno de velas encendidas. En ese momento la devota atención al filme quedó interrumpida: "¡Alaucito! ¡Le cortaron la luz!", con una sinceridad y piedad conmovedora la encantadora chinita se apiadaba del músico del siglo dieciseis: Recontra perdidaza. Esto evidentemente provocó risas y obvios almohadazos.
Continuando con el filme y ya casi al final, con la lacrimosa de fondo, el director con delicada y sensible habilidad nos muestra el fallecimiento del maestro, "¡Qué! ¿Así no más muere?". Una lágrima que en ese momento recorría mi mejilla izquierda producto del emotivo momento del filme, en una mezcla de impotencia y dolor, se negó a continuar su camino y se regresó a mi ojo. Un deseo casi incontrolable de colocar uno de mis pies dentro de la boca de Vanessita por haber arruinado el momento fue casi imposible de contener, sin embargo, no teniendo esa satisfacción, por lo menos, unos cuantos almohadazos aminoró la tentación.
En estos días, otra alumna, futura comunicadora, amiga mía, verá la película por recomendación mía. Espero no tener que oír tremendos comentarios.
.
